lunes, 28 de septiembre de 2009

Mundos

En estos días los astrónomos están muy entretenidos buscando nuevos mundos. Planetas parecidos al nuestro. Soles parecidos al nuestro.
Rastrean el universo con los inventos más modernos, escuchando. Dicen que quieren oír algo que no sea el silencio. Tal vez música, tal vez palabras, tal vez la radio de un pueblo del planeta JV-354.
Dedican horas,días, años y la vida entera , en estado de alerta, a escuchar en una profundidad que a mí no me parece produndidad, que a lo mejor sólo es un pedacito de infinito. Es un sueño como cualquier otro. Pienso en la decepción de tantas horas apostado sin encontrar pájaro al que tirarle.
Más les vale que encuentren algo, aunque sea un planeta chiquitito, aunque sea un pedrusco, pero que tenga vida. La humanidad está aburrida, está desesperada, la Tierra se le hace pequeña y se siente un tanto provinciana. Necesitamos algo tan fuerte como el descubrimiento de América, con sus indios y todo. Necesitamos ver a la gente medio loca corriendo para apuntarse a la primera nave que salga hacia el Nuevo Mundo. ¡Eso sí que sería un trago fuerte!
Mientras eso llega, yo me conformo con lo que me rodea. Yo ya no estoy para muchas travesías.(Bueno, alguna sí que tendré que hacer). Ayer, sin ir más lejos, paseaba yo por una calle cualquiera de Barcelona. Las siete de la tarde, domingo y la calle era un desierto. De pronto me encuentro a un mendigo bajo unos soportales. Kilos y kilos de basura en medio de la acera. Él ordenaba su basura, como si de un tesoro se tratara. Yo, al pasar a su lado me quedé mirándolo.(No todos los días encuentra uno a un mendigo tan ortodoxamente representado). Tal vez emitiera yo algún sonido o tal vez el quiso ladrarme algo para asustarme. El hecho es que me dice con aire intimidador:"Vete a tomar por culo". "Coño, qué respuesta tan grande para tan poca pregunta"-me dije. Seguí mi camino y me giré un par de veces antes de doblar en la primera esquina.
Después de esto que aquí, a nuestro lado tenemos muchos mundos nuevos y viejos, normales y pintorescos, amigos u odiosos a los que descubrirlos sería una tarea altamente gratificadora. A lo mejor el fin de semana que viene, si voy a Barcelona hago una nueva apriximación a mi "amigo" el mendigo. Bueno, si no ha emigrado a un nuevo mundo.

viernes, 25 de septiembre de 2009

Lo que hacemos túy yo cuando tú no estás

No soy dueño de lo que tú y yo vamos a hacer mañana, pero sí que lo soy de lo que hoy pienso que tú y yo vamos a hacer mañana.
Los imperativos, las circunstancias, los contratiempos impiden que mis deseos se realicen en todo o en parte.
Como el hombre vive la vida por etapas y en cada etapa es más sabio (hay algunas excepciones), pues en una de ellas me dije que ya no pensaría más en lo que iba a hacer en el futuro. No quería sufrir y para ello tenía que eliminar el deseo. Pero no funcionó, porque me sentía trite ya que el deseo está en la base de la ilusión.
Pensé, entonces, otra solución. Exactamente la contraria. Primé los deseos, les di entidad propia y peso específico, aún a sabiendas de que todo o parte de lo que deseara no se llevaría a cabo.
Esto sí que resultó, porque los hechos que se tenían que dar, iban a darse de igual manera.
Desde entonces mis deseos tienen vida propia. Son como si les hubiera hecho un seguro antidecepcion, pues yo ya estaba concienciado del proceso.
Así, cuando mi mujer no está conmigo, por poner un ejemplo cercano, hacemos en mi mente, lo que haríamos si ella estuviera y lo que pase mañana Dios dirá. La imaginación al poder.

Enemigo íntimo

Sólo hacía dos días que le habían dado la noticia. Fue un mazazo impresionante. Como si fuera un rayo que entrándole por la coronilla, había depositado a sus pies todas sus fuerzas, todas sus energías, todas sus ganas. Era incapaz de pensar, de concentrarse. Su mente estaba totalmente embotada e incapaz de fabricar ideas. Eso le pasó a mi amigo Ceferino Fernández cuando el médico dictó la sentencia. Sólo unos meses. Si, sólo unos meses y todo se había acabado. Ya habían pasado algunos días, enormes días, pues la espera es infinita cuando somos conscientes del peligro que nos acecha. Poco a poco se iba haciendo con la terrible enfermedad. Parece mentira cómo nuestra mente se hace a todo. Sólo necesita algo de tiempo. Millones de ideas pasaban por su cabeza, pero en ninguna le apetecía pararse. En esos momentos sólo vale la que te salve del naufragio, la que te lleve a la otra orilla. Sin embargo, había una idea que le iba y le venía con cierta insistencia. Ceferino había sido siempre un hombre de paz. Sus amigos eran incontables. Su capacidad de llegar a la gente era reconocida unánimente por los que le conocían. Nadie le reconocía un solo enemigo. Sin embargo él sentía cierta zozobra en este asunto. Cuando por las noches se acurrucaba entre la sábanas, no se sentía del todo satisfecho, no se sentía lleno. Como si en algún momento de su vida o en algún rincón de la tierra hub iese alguien que se le hubiese resistido, alguien con quien no hubiese podido hacer las paces, algún enemigo invisible. Había dormido con esta sensación prácticamente toda la vida. Era algo no declarado, pero latente. Sentía que le faltaba una batalla. Ese enemigo sin rostro, como alguna vez el lo calificó, era escurridizo, no se presentaba de cara. Era algo extraño. La idea, conforme iba avanzando la enfermedad se hacía más obsesiva, incluso, a ratos, había conseguido desbancar de su mente el pensamiento de la muerte inminente, pero por más vueltas que le daba no conseguía dar con la clave. Muchas veces en su vida se había hecho un psicoanálisis personal y había llegado a la conclusión que en los retos más importantes de su vida, como si fuese un fantasma en la sombra, había estado presente esa mano negra para que él no consiguiera conseguira lo que se había propuesto. Algunas veces él pensó: ¿Es real o es paranoia? Así discurría la enfermedad cuesta abajo, a una velocidad endiablada, como si quisiera coger carrerilla para dar el gran salto. Un día, sólo hacía tres meses y cinco días de la sentencia, Ceferino se despertó con un sobresalto, era algo especial, algo nuevo, algo que no había sentido nunca. En su pecho sentía un revorvorio que le hacía respirar como si de una carrera se tratase y su cerebro se iluminó con luces que nunca había percibido. Llamó urgentemente a su mujer, le pidió un espejo y se miró la cara. Estuvo largo rato impávido, sin pestañear frente al espejo. Más que mirarlo parecía que mirara a través de él. Cuando al fin se decidió a cambíar la escena, bajó el espejo lentamente, lo apoyó sobre su pecho y, mirando a su esposa, esbozó una sonrisa de complicidad mientras fijaba definitivamente los ojos en el techo inmensamente blanco. Sus amigos, al ver su mueca aún dibujada en su rostro, decían: " Vivió y murió en paz". Un abrazo. Juanjo.

La novia de mi pueblo

La única ventaja que tiene la sinceridad es que te descarga. Que te aligera. Como si ese peso que tengo dentro se repartiese entre todos los que oyen el mensaje. Yo hoy he de confesar que soy algo infiel. Fíjate que he dicho soy y no he sido. Porque mi infidelidad es algo consustancial con mi devenir. Me acompaña en mi vida y mi vida hasta hoy se declina en los tres tiempos en los que estudiamos los verbos. Y soy infiel porque estoy casado (de perogrullo) y precisamente porque estoy casado siento la necesidad de ser infiel. Pienso que todo hombre casado tiene que tintar su vida con algunas pinceladas de infidelidad, simplemente para no ahogarse en su propia salsa ( o en la de su mujer). Soñar, elevarte un poco sobre el sopor del matrimonio, es saludable. Sí, saludable para el propio matrimonio. Sin esas alas de la infidelidad el matrimonio sería insufrible. ¡A quién no le gusta volar! A estas alturas algún o alguna malintencionada estará pensando que soy machista. Puede ser, no lo niego. Ser feminista a mi no me toca. Creo que soy macho, que no es poco. Confieso que tengo una novia en mi pueblo. No es una novia de la niñez, ni de la juventud. Es una novia de la madurez. Las infidelidades auténticas y duraderas nacen con las canas, no son una tontería, pues te tienen que durar toda la vida y mueren cuando te cantan el "Dies irae, dies illa". Tiene los ojos verdes y sobre el vestido del color del viento, se dibujan innumerables lunares negros. Yo la llevo en mi corazón. No, no en mi corazón no. La llevo esturreada por el cuerpo ( eso creo que está mejor). Cuando no la tengo delante me parece inespacial, como si lo llenara todo. Cuando estoy a su lado, me mezo en sus brazos, me acaricio con sus manos, me meto en su ser y me arropo en sus entrañas. Me gusta dormir la siesta a su lado, y su cuerpo, cambiante como la niebla del bosque, me deja ver pequeños rayos de sol, que apenas hieren mis ojos. No me habla. Si hablase lo estropearía todo. El éxito está en el silencio. Sólo, a veces, un leve ruido que te adormece. Sentimos, sólo sentimos. Cuando llega la hora de la despedida y su vestido verde y plata es movido por el viento de la tarde, siento mecerse en el aire la canción que tantas veces oí cuando ella estaba lejos"Ne me quite pas". Pero yo me tengo que ir, porque la novia no es para todos los días. Sólo hay que verla para que te toque con la varita mágica, para que tu infidelidad sea cada día más fuerte (si no que vida más rastrera ibas a llevar). Me despido de ella con lágrimas en los ojos y al mirarla en la lejanía su imagen se multiplica. Se ha hecho de noche sobre la campiña. Ella se queda dormida. Y el viento que hace un rato la mecía, ahora la cubre como una delicada gasa.

jueves, 24 de septiembre de 2009

Me quedaré cerca de vosotros

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Me quedaré cerca de vosotros...cuando me muera. Cerca de los que me aman, sólo de los que me aman. No estoy por estar disimulando toda la eternidad. Me quedaré sin conciencia y no me conocerá ni mi madre, yo que siempre he esperado morirme para volver a verla. Pero ahora que aún soy persona, es decir nadie, y desde la humildad que dar no ser nada, quiero haceros algunas consideraciones. Pido a mis herederos, es decir, a los que me recuerden, que me recuerden. Que no se olviden de mí demasiado rápido, que hablen de mí y de mis ocurrencias, pues me gustaría vivir un poquito más de lo que me ha pertenecido. Ya sabéis que tengo un punto de narcisita. Me molesta mucho perder mi identidad. Vivir sin carnet. No ser yo o quizas ser un yo difuminado, que es lo mismo que nada. Me da miedo la oscuridad y me aterroriza la soledad. Mucho tiempo, mucho espacio, mucho frio. Será difícil encontrar a alguien con quien charlar. Volveré a mi nube, de la que salí en un zig-zag de luz y existencia. Allí, dentro de ella, no soy nada y lo soy todo. Tendré que ac ostumbrarme a esta nueva forma de existencia, yo que estaba acostumbrado a mi piel que me aislaba de todo. Perderé mii intimidad. No habrá leyes que me protejan. Dejaré mis apegos y mis placeres en el tiempo en que ocurrieron. Allí estaremos fuera de tiempo. Esta cosa tan provinciana del dia y la noche hay que desecharla. Todo será día o todo será noche. El mundo dual se ha terminado. ¡Hay tanto que aprender, que más que morirme, me parece que voy a nacer! Y eso precisamente es lo que se me está ocurriendo, que no quiero morirme, vaya,que voy a renacer. Quiero ser un desertor de la muerte. He decidido que cuando llegue la hora y camine hacia la barca de Caronte, me despistaré entre la frondosa vegetación y me volveré con vosotros, los que me amáis. No me podréis tocar, ni me veréis, ni os reiréis con mis ocurrencias, pero yo estaré entre vosotros, porque el amor es más grande que la muerte. A veces seré viento en tu pelo, a veces, agua en tu frente. Reposaré a tu lado y oiré tu respiración que me marcará tus tiempos. Acercaré mi cara a tu pecho, ya sin censura por tu parte, y oiré cómo suena la vida. Haré, sin tiempo, todo lo que no se me permitió o no se me ocurrió, en el tiempo. La moral se quedó atras. Todo esto os digo a los que me amáis, ahora que aún soy persona. Porque cuando llegue esto que todos sabéis, no quiero por nada del mundo encontrarme solo y creo que voy a necesitar una mano, seré un niño. A quien me la ofrezca le estaré eternamente agradecido. Un abrazo. Juanjo.

Y el cielo los bendijo

Mis amigos Telesforo y Maria Dolores eran dos jóvenes que acudían cada año a espigar a un campo de trigo. Eran los años de la posguerra y había mucha hambre. Llevarse unos sacos de trigo suponía el pan para todo el año. Las familias de estos dos jóvenes acudían año tras año a construir su choza donde pasaban el verano.En aquellos años el campo tenía mucha vida y había gente por doquier. De noche nos reuníamos en la era después de cenar el ajo blanco y contábamos historias. Cuando nos vencia el sueño, solo teníamos que tendernos en la paja sobre la que estábamos y hasta mañana.Así de sencilla era la vida entonces. La historia que voy a contar ocurrió en estos lugares y en estos tiempos. A mí nunca se me olvidó. A eso de las nueve de la noche ( aún cuando todavía era de día) Miguel "Zumbaollas" y yo estábamos sentados contra la pared del cortijo. Todas las tardes veíamos venir por la loma a los "espigaores", que como un rosario de hormigas venían uno tras otro para descansar en sus chozas. Yo no me había dado cuenta, pero él que era un perro viejo sí que se dio cuenta. Me dijo:- Juanjo, faltan dos. Yo no sabía a qué se refería. Volvió a insistir:- faltan dos "espigaores". Como yo era casi un niño no entendí la intención con la que me decía aquellas palabras. Al día siguiente, llevados por la curiosidad y una vez terminadas las faenas del campo, nos apostamos en el mismo lugar para seguir con las pesquisas. Ese día se lo dijimos tambien al "Rompo", pues como dice el refrán "cuatro ojos ven más que dos". Y llegada la hora vemos venir la ristra de espigaores, pero al contarlos vemos que no faltaba ninguno. Sin embargo observamos como Telesforo y Maria Dolores se empiezan a quedar rezagados y cuando pierden contacto visual con los de delante, de golpe desaparecen. Todos los día los vigilábamos y cada día hacían lo mismo, cuando se creían que nadie les veían, se dejaban caer en un mar de trigo que había al lado del camino. También se lo dijimos a Paco "Peniba" y a su mujer, Eduarda. Era un secreto a voces. Un día que estábamos de vigilancia caemos en la cuenta al contarlos que nuestros amigos no estaban en la comitiva.No le dimos mayor importancia, pensando que ese día habían cambiado de hotel. Pero no fue así. Se hizo de noche y la pareja que no aparecía. Los padres de ambos pipiolos se presentaron en el cortijo desesperados y muy alarmados porque eran las once de la noche y la parejita no aparecía. El nerviosismos crecía y recuerdo que las madres gritaban y lloraban desesperadas. Pasamos toda la noche de imaginaria para ver si los niñitos aparecía. Pero nada, amaneció y en el horizonte sólo se veían bandadas de palomas que marchaban a los campos llenos de granos de trigo. Pasó ese día, el siguiente y el siguiente y al atardecer del tercer día por el camino de la loma vemos venir a Telesforo y a María Dolores. Traían un aspecto tranquilo. Yo temblaba porque pensaba que sus padres los iban a deslomar a palos. ( Bueno eso es lo que me hubiera hecho mi padre a mi). Pero no. Todo lo contrario, fueron recibidos con vítores, como si de una boda se tratara. Y efectivamente, cuado al final me dieron todas las explicaciones, se trataba de eso de una boda, con viaje de novíos y todo. Lo que nunca pude saber, porque ese año fue el último que vinieron al cortijo, es donde pasaron los tres días que estuvieron desaparecidos. Nunca supe más de ellos, pero siempre pensé que esta fue verdaderamente una pareja bendecida por el cielo. Un abrazo. Juanjo.

El bálsamo de Fierabrás

"Es un bálsamo-respondió don Quijote- de quien tengo la receta en la memoria, con el cual no hay que tener temor a la muerte ni hay pensar morir de ferida alguna. Y así, cuando yo le haga y te le dé, no tienes más que hacer sino que, cuando vieres que alguna batalla me han partido por medio del cuerpo, como muchas veces suele acontecer, bonitamente la parte del cuerpo que hubiere caído en el suelo, y con mucha sotileza, antes que la sangre se yele, le pondrás sobre la otra mitad que quedare en la silla, advirtiendo de encajallo igualmente y al justo. Luego me darás a beber dos tragos del bálsamo que he dicho y verasme quedar más sano que una manzana" (Don Quijote de la Mancha, cap.X) Ahora entiendo cómo Alonso Quijano..., no, Alonso Quijano no, sino don Quijote de la Mancha fue capaz de acometer empresas tan importantes, tan arriesgadas,y es que tenía un as en la manga. Tenía el bálsamo de Fierabrás. Ya me río yo de los alquimistas y de los investigadores de la farmacopea moderna. Haber quién es capaz de recomponer un cuerpo destrozado por la explosión de una mina con solo pegarle un par de tragos al dichoso brevaje, si es que te queda un poquito de gaznate para hacerlo. Invencible sería un general si tuviera la suerte de tener tan precioso jarabe. Pero este bálsamo no es para generales, ni admirantes, ni cesares de tres al cuarto. Este bálsamo sólamente lo pueden tener los caballeros andantes. Y ¿cuántos de esos quedan hoy en el mundo? Porque, amigos, los caballeros andantes existen. Existen en el amplio abanico del tiempo. Tú y yo los hemos visto. Los hemos visto partiéndose los cuernos contra molinos de viento, defendiendo a señoras cautivas de la desgracia, desafiando al león del Cid o arremetiendo contra verdaderos ejércitos para reponer la justicia en el mundo y defender al débil. Están en medio de nosotros. Son de carne y hueso, pero no son de este mundo. No conocen la cobardía, ni el desfallecimiento, ni el miedo. Su pensamiento sólo está en desterrar de este mundo el mal. (Al revés) En hacer el bien. No están casados (aunque lo estén), para dedicar su vida entera a tan gran meta. No son de este mundo, pero son humanos. Su bandera es el honor , su patria el mundo y su Dulcinea, el motor que le empuja por los caminos de la vida. Nuestro deber (hablo a los humanos mortales) es estar alerta. Saber cuando por nuestro lado pasa un Alonso Quijano vestido de don Quijote. Un loco vestido de humano. Un hombre enamorado de Dulcinea. Cuando esto ocurra, míralo con detenimiento, tócale todas las partes de su cuerpo y sobre todo háblale a su corazón (porque ellos nunca hablan de sí mismo) y verás qué descalabro tan formidable hay en ese ser. Coge entonces el bálsamo de la gratitud, el balsamo del cariño, el bálsamo de la comprensión y dale a beber un par de sorbos (si es que aún le queda gaznate para beber). Debes hacerlo cuanto antes (no dejes que se le "yele" la sangre), porque cuando desaparezcan los caballeros andantes de la faz de la Tierra, ésta se llenará de gigantes monstruosos que acabarán con lo bello, con lo débil, con lo diferente, con lo poético. El mundo será un desierto. Un abrazo. Juanjo.

El tiempo

Hola, amigo "Lázaro". Te creía perdido y al fin has resucitado. Yo sé que has tenido mucho trabajo con los exámenes y demás. Ahora a descansar. Vete a un sitio fresquito, si puedes. ¡Qué bonito lo que me dices del tiempo! El deseo y la obligación. ¡Qué pareja más inestable! Dicen que hay gente que las hace coincidir. Pues qué felices deben ser ¿no?Y, ¿qué es el tiempo?, -digo yo.(Esta pregunta seguro que no se la ha hecho nadie). ¿Te parece bien que digamos que el tiempo es una cinta transportadora que evoluciona sin parar al lado de nuestra existencia y en la cual nosotros vamos poniendo piedrecitas(que son nuestros hechos, nuestros pensamientos, nuestros...todo) y que no para nunca y que esas piedrecitas se van quedando atrás tan lejos, tan lejos que a veces no las vemos ni con la linterna del recuerdo.? Cuando nosotros paramos, la cinta sigue evolucionando, para que otro siga poniendo piedrecitas. Azorín se volvió medio loco con el tema del tiempo. Tampoco hay que exagerar, ¡si todo es como un juego!. Lo malo del hombre es que es consciente de algunas cosas... que vaya por Dios. Tenemos que hacer ejercicios de presente. Por ejemplo, siéntate, dobla ppor las rodillas, cual yogui, pon tus manos en las rodillas, respira lentamente y para tu atención en tu barriga (cómo sub e y baja lentamente). Sólo eso. Diez minutos. Si te distraes pierdes y tienes que empezar otra vez. Si consigues estar los diez minutos sin distraerte un solo instante, es que has dominado el tiempo, pero no te hagas ilusiones, sólo por diez minutos. Yo aún no lo he conseguido. Es que soy muy distraído. Ya se lo decía el maestro a mi madre: - Su hijo se deistrae con una mosca. Bueno, y el señor Obama también, ¿ o no?Bien, amigo Juan (felicidades,que pases el dia de tu santo como a tí te guste). Un fuerte abrazo. Juanjo.
Siempre he pensado que hablar con alguien es siempre mejor que estar callado. Ahora, después de mi experiencia durante toda mi vida he cambiado de opinión. A v eces es mejor estar callado, o mejor dicho, estar en silencio, que no es lo mismo. Hace ya mucho tiempo, mientras mi esposa y yo comíamos en un restaurante observábamos cómo un matrimonio de extranjeros hacían lo mismo en la mesa de al lado. La particularidad estaba en que no abrieron la boca durante toda la comida. Me llamó la atención y lo comenté con mi mujer. Posteriormente muchas veces me ha venido a la mente esa imagen de incomunicación de esa pareja. No se puede decir que estuvieran peleados, ni incómodos, antes bien se les veía relajados. Durante el rato que estuvieron allí, se miraron tres o cuatro veces para comunicar algo, pero sin abrir la boca. Al acabar la comida, se retiraron a un extremo del salón para, de una forma más relajada, tomar el café y alguna bebida. Él cogió un periódico y ella se relajaba mirando a la gente. Esta pareja, de la que hemos descartado que estuvieran disgustados, no necesitaba hablar para comunicarse. Se miraban y se lo decían todo. Con un gesto, tenían suficiente. Con un suspiro, hacían entender todo un sentimiento. Economía de lenguaje. Pero no creo que todo sea esto. Cuando un matrimonio lleva mucho tiempo juntos ya han pasado mucho tiempo hablando. Se conocen perfectamente. Saben perfectamente la distancia que hay en tre la palabra y el sentimiento, entre la palabra y el hecho. (A esto le llamo yo media mentira, pues es contar algo con un tinte distinto de la realidad). Ya no se pueden engañar el uno al otro. Ya se sabe donde cojea cada uno. Entonces, llegados a este punto, pienso que hablar está de sobra. Es mucho mejor utilizar el primitivo lenguaje de los signos, de los gestos, de las emociones o de los sentimientos, que, hechos así de una forma espontánea, son como más frescos, menos contaminados. Dejemos la palabra para una nueva relación, donde la media mentira tenga su rinconcito. Así es que si hemos llegado en todo o en parte con nuestra pareja a este estado, no penséis que es el estado final de la relación, sino el estado ideal. Regálale a tu pareja cada día unos minutos de silencio y te comunicarás sin distorsiones. Un abrazo. Juanjo.

Mi primera novia

Yo tuve una novia con diez años. Todos decían que era mi novia; yo nunca lo dije. Morena, de ojos negros y movimientos nerviosos. Nos amábamos en la distancia; nunca nos dijimos nada. Solo algunas palabras nerviosas, que no recuerdo. A diario nos veíamos varias veces, pero sólo nos veíamos. Entonces no sabíamos hablarnos (qué incapacidad de la niñez). ¡Si al menos alguna vez hubiera tenido la madurez de pararme a hablarle! Pero no fue así. Los dos crecíamos y nuestro amor crecía en nuestras miradas. Cuando nos encontrábamos en la calle sólo nos decíamos "adiós", pero en la mirada iba toda la carga. No nos decíamos nada. Vivía mi amor hacia dentro y en un diario (amigo mío) explotaba todo lo que mi boca callaba. (Ahí aprendí a escribir. Fue fácil). Pasé por las etapas de la juventud en su ausencia. Ella no las supervisó. La vida me la puso para eso, pero la ignorancia y la timidez lo cubrió todo. Nunca tuve una conversación con ella. También desconozco sus silencios. Todo fueron suposiciones. Nos hicimos mayores y a pesar de otras experiencias lo nuestro permanecia como una obra inacabada. Ella decía que "o conmigo o con nadie". Pasaron los años y yo me casé. Ella también lo hizo a los pocos años. Alguna vez la he vuelto a ver, pero las formas son las mismas. Todo sigue intacto, como los muebles de una casa abandonada hace mucho tiempo. Una manta de polvo descansa sobre las sábanas que los cubre. Así se acabará esta historia inacabada, descansando bajo las sábanas del tiempo y el enamorado polvo del recuerdo. Quizás no nos merecimos más. Un abrazo. Juanjo.

La verdad

Hola, amigos. Qué tal el verano. Todos más morenitos, mas tostados, pero no más quemados. Esto lo dejamos para Junio. Somos los mismos, los de siempre. Siempre puede ser algunos meses. Qué importa.Cuando hablamos del tiempo nos volvemos locos. Pero nosotros hemos sido creados en él y en él progresamos. Cuando acabe mañana ya hablaremos. Mientras tanto filosofemos: es un juego. Cuando el juego acabe nada habrá cambiado, pero yo, a lo mejor, seré algo distinto. Me gustaría tener más amigos, ese ser que siente contigo, pero soy un afortunado con los dos o tres que tengo.La puerta está abierta. Filosofar no es algo pedante, sino vital. Lo verdaderamente pedante es buscar la verdad, como nos han enseñado en la academia. Vamos a conformarnos con sentir. Siento el dolor, el placer, el amor, a Dios, (Lo pongo con mayúscula como Dios manda), la injusticia, el hambre. Yo no busco la verdad, porque existe le peligro de que cuando la encuentres ( y siempre la encuentras) te la apropies y un ser humano con la verdad en las manos es muy peligroso. ¿Te pongo algunos ejemplos? Uno nada más: pobres brujas de la Santa Inquisición. Sentir y describir, para que nos sintamos hermanos, semejantes en ese proyecto de vida que somos todos. Nadie encontró la verdad y el que dice que la encontró, miente y entonces dogmatiza y divide. No hay nada malo en enseñar tu mundo a los demás. Al fin y al cabo lo único que cambia son las formas, porque el contenido es el mismo. "Los mismos perros con distintos collares". Lo que yo siento, lo sientes tú. Mi dolor es el tuyo. Mis sueños también te ilusionan a ti. Entonces, ¿qué es lo que cambia? La forma y el modo. Pues de eso se trata de explicarnos lo unos a los otros la genuina forma que tenemos de sentir la vida. Filosofía: amor a la sabiduría. Mi abuelo era sabio cuando, frente a la lumbre, me explicaba su vida. Ahí empezó todo. Un abrazo. Juanjo.

Muerte despues de la muerte

Nota: Como habéis podido comprobar,el título de lo que os mandé ayer no tiene nada que ver con lo que escribí. Era para hoy. Todos perdimos algún día un ser querido. Le lloramos, sufrimos, le hicimos los mejores funerales que pudimos y con eso parece ser que acabó todo. Murió y murió. Todo se terminó y no hay marcha atrás. Morir es desaparecer. Morir es volver a la nada. ¿Volver a la nada? ¿Qué es la nada? ¿No nos dijeron hace ya muchos años que Dios hizo el universo de la nada? O sea, que venimos de la nada de la misma manera que yo vengo de mi madre. La nada me engendró y cuando se muere se vuelve a la nada de donde salimos. Entonces, vuelvo a preguntarme, ¿qué es la nada? ¿Es un vacio enorme? ¿Es el espacio fuera del universo, infinito, incapaces nosotros de comprenderlo? ¿Es la cara oculta del ser? No lo sé. Pero sospecho que alguien nos oculta algo fundamental. Tal que nos oculta a nuestra propia madre: la nada. La nada te crea y te absorbe. Así que se me ocurre definirme como un algo entre dos nadas. No está nada mal. Es curioso donde le llevan a uno sus desvaríos. Es interesante, porque si uno no hace esto, resulta que no nos conocemos del todo. Sin embargo, yo siempre he pensado que la experiencia de la vida no acaba con la muerte física. Nosotros, los que le recordamos, los que le quisimos,incluso, los que le odiamos, le prestamos nuestro soporte vital para que viva en nosotros durante algún tiempo. En el Evangelio, Jesús dice que cuando dos o más están reunidos en su nombre ahí está Él. Yo pienso que cualquier persona que muera tiene que tener su prórroga. Tiene que vivir en nosotros el mayor tiempo posible. ¿Para qué? Simplemente para vivir. Para vivir, a veces, los mejores años de su vida. En el recuerdo casi todos somos mejores. En el recuerdo el ser se purifica y entonces todo lo pasado fue bueno. Sería como un paradisíaco purgatorio. (Algunos por muchos años que le recordemos jamás borrarán sus malas acciones). Demos a los que se van la oportunidad de un verdadero bautismo de agua para que vuelvan a la madre con sus ropitas limpias, con sus ojitos inocentes, con sus manos no manchadas. Demos la oportunidad de volver a morir en la nada, que tal vez sea vivir en el todo. Un abrazo. Juanjo.

martes, 22 de septiembre de 2009

la verdad

Hola, amigos. Qué tal el verano. Todos más morenitos, mas tostados, pero no más quemados. Esto lo dejamos para Junio. Somos los mismos, los de siempre. Siempre puede ser algunos meses. Qué importa.Cuando hablamos del tiempo nos volvemos locos. Pero nosotros hemos sido creados en él y en él progresamos. Cuando acabe mañana ya hablaremos. Mientras tanto filosofemos: es un juego. Cuando el juego acabe nada habrá cambiado, pero yo, a lo mejor, seré algo distinto. Me gustaría tener más amigos, ese ser que siente contigo, pero soy un afortunado con los dos o tres que tengo.La puerta está abierta. Filosofar no es algo pedante, sino vital. Lo verdaderamente pedante es buscar la verdad, como nos han enseñado en la academia. Vamos a conformarnos con sentir. Siento el dolor, el placer, el amor, a Dios, (Lo pongo con mayúscula como Dios manda), la injusticia, el hambre. Yo no busco la verdad, porque existe le peligro de que cuando la encuentres ( y siempre la encuentras) te la apropies y un ser humano con la verdad en las manos es muy peligroso. ¿Te pongo algunos ejemplos? Uno nada más: pobres brujas de la Santa Inquisición. Sentir y describir, para que nos sintamos hermanos, semejantes en ese proyecto de vida que somos todos. Nadie encontró la verdad y el que dice que la encontró, miente y entonces dogmatiza y divide. No hay nada malo en enseñar tu mundo a los demás. Al fin y al cabo lo único que cambia son las formas, porque el contenido es el mismo. "Los mismos perros con distintos collares". Lo que yo siento, lo sientes tú. Mi dolor es el tuyo. Mis sueños también te ilusionan a ti. Entonces, ¿qué es lo que cambia? La forma y el modo. Pues de eso se trata de explicarnos lo unos a los otros la genuina forma que tenemos de sentir la vida. Filosofía: amor a la sabiduría. Mi abuelo era sabio cuando, frente a la lumbre, me explicaba su vida. Ahí empezó todo. Un abrazo. Juanjo.

crear

La humanidad es lo que es gracias a sus actos creativos. El fuego nos dio calor, seguridad y salud. La rueda nos aligeró la vida. Internet nos acercó a los unos y a los otros. El hombre no para de crear. Se manifiesta creando y con esto mejora nuestras vidas. Inventos los hay de todas las clases. Ahora se mata con total seguridad desde un tanque superblindado. Se arrojan bombas a dos mil kilómetros por hora con muertes en forma de racimo o se muere dormido en el vientre de tu madre. Esto no es un retroceso, son inventos de la mente humana. En lo humano cabe todo: la bondad, la compasión, la alegría, el entusiasmo y la capacidad de asombro cuando un niño balbucea sus primeras palabras: está creando. También esto cabe en la mente humana. Ya he dicho que inventos los hay de todas las clases, pero a mí como ser humano, capaz de lo mejor y de lo peor y quizás no tanto de lo normal, me falta un invento. Yo quisiera que alguien, aunque sea con alguna mutación celular, crease la esperanza. Una esperanza muy próxima para que la única preocupación de la humanidad sea hablar de lo caro que está la viagra. Una esperanza cercana de que la guerra se haga segun los estrictos cánones de Gila y una esperanza en la vida eterna en la que por fin aprenda a vivir el día a dia (carpe diem). Mientras todo esto ocurre yo vivo en la esperanza de seguir creando de vez en cuando unas cuantas líneas para deciros que aún estoy aquí y pienso en vosotros que estáis creado vuestro dia a día, que no es poco. Un abrazo. Juanjo.

lunes, 21 de septiembre de 2009

Música para llorar

Todos los bebés cuando nacen lloran y desgraciado del que no lo hace, porque se entiende que eso no es normal y puede traerle en el futuro graves consecuencias. ¿Por qué lloran? Yo no lo sé, ni creo que lo sepa nadie, aunque se han dado múltiples respuestas. La gente no calla cuando no lo sabe. Los niños a esa edad no tienen costumbre de hablar y por eso no lo explican y por eso no lo sabemos. Si los niños hablaran, probablemente dirían que lo hacen porque estaban muy agustito en el vientre de mamá, pero ellos no son conscientes. Sin embargo, el hecho incuestionable es que lloran y no rien. (Reirán algún tiempo después). Tal vez se pueda llorar de una forma inconsciente.(La verdad es que yo he llorado en sueños).
Queda claro, que lo primero que hacemos cuando ponemos un pie,o mejor dicho, asomamos la cabeza a este mundo es llorar. Eso es un hecho. Después volveremos a llorar en nuestra vida multitud de veces, especialmente en la niñez. Yo, la recuerdo como la etapa más llorona de mi vida, especialmente si hablamos de ese llanto que derrama lágrimas por la cara, que la ensucia y que se produce con quejidos que a veces nos conmueven especialmente a los padres.
Cuando dejamos de ser niños. Cuando nos convertimos en adultos, ya no lloramos o lloramos en contadas ocasiones, generalmente coincidiendo con hechos luctuosos o muy dolorosos. Yo, en muchas momentos, he echado en falta un ratito de llanto. Me falta sobre todo la paz que me entraba después de una sesión de lloros. Incluso me he sentido incómodo (y esto me da vergüenza confesarlo) cuando en la muerte de algún familiar todos derramaban abundantes lágrimas y yo no lograba echar una ni restregándome una cebolla en los ojos.
Mas, esto ya se acabó. Ya he encontrado la solución. La clave está en la música. Pero no cualquier música. Has de buscar la tuya, la que te transporte a esa región donde nunca estuviste,
a ese estado donde nunca te encontraste, a esa situación arrancadora, que te saca de tu sillón y te mete en ese rincón donde rezas para que nunca salgas de ahí. Quizás todos lo hayamos experimentado, pero probablemente variados inconvenientes no nos han dejado volver a esa vivencia. Tenemos que esforzarnos, porque no siempre la misma música produce siempre los mismos efectos. (Esto pasa con todo, ¿verdad?). Tenemos que seguir buscando esa nota que metiéndose en nuestros oídos revoluciona todo nuestro ser y nos deja nuevos. ¿ Por qué? Pues, porque merece la pena. En los tiempos que corren solamente hay dos soluciones: o te liberas (con la música, por ejemplo) o te anestesian (con la televisión, por ejemplo). ¿Qué eliges?

viernes, 18 de septiembre de 2009

alter ego

A groso modo todo ser es un ser errante. No sabemos de dónde venimos, ni a dónde vamos. Individualmente, además, hay personas que pasan por esta vida totalmente errantes: no saben de dónde vienen, no saben a dónde van, ni saben qué hacen en este mundo donde le han aterrizado sin su consentimiento.
Al poco tiempo de nacer, como si de un mandato genético se tratara, buscamos desesperadamente alguien que nos saque de ese camino incierto. Tradicionalmente se ha buscado en los amigos. Un amigo es un tesoro. Piensa como tú, tiene los mismos gustos que tú y daría la vida por ti. Sin embargo, la amistad, como muchas otras cosas en esta vida, tiene fecha de caducidad la mayor parte de las veces. Los amigos, como personas que son, caminan no siempre en la misma dirección, crecen a velocidades distintas o sus intereses hacen que su mirada se vuelva olvidadiza y, entonces, no se acuerdan ni de la madre que los parió.
Yo me he pasado media vida buscando mi identidad. La busqué en la amistad y no la encontré. Si miraba hacia dentro, me faltaba criterio para discernir qué cosa de las que tenía en el interior era autéticamente mía o era prestada. Estaba muy confundido y desesperado, pues necesitaba encontrar mi "alter ego" y hasta ahora sólo había encontrado un "alter". A veces llegué a pensar que sólo el espejo me daba la imagen de mi identidad. Imagen fría, estática, real. No me servía.
No hace mucho tiempo, sentado yo en un parque donde los niños juegan al salir del colegio y los amos sacan a pasear a sus perros, me fijé en un chico que caminaba junto a su perro tranquilamente. El joven me llamó la atención pues su aspecto era un tanto especial: orejas grandes y pronunciadas, gran cabellera ligeramente volcada hacia delante y unos ojos vidriosos de lobo que aulla a la puesta del sol. Su imagen era insólita. Cuando pasó junto a mí, me fijé en el perro y cual no será mi sorpresa, que pensé por un momento que estaba viendo a su amo. Tuve que volver a mirar. Cada día volvía yo al mismo lugar y cada día veía al perro y al chico, no se sabe quién paseaba a quién, pues ninguno de los dos iba atado. Iban como dos amigos, como dos amigos genéticamente unidos, con lazos que van más allá de los intereses. Algo me hizo pensar que ese chico había encontrado su identidad más allá del espejo y más allá de la volátil amistad. Había encontrado su "alter ego". Desde entonces yo voy como loco detrás de un perro, aunque creo que todavía no estoy preparado. Ser amigo de un perro no es cualquier cosa.