Muchas personas se pasan la vida buscándole un sentido que a menudo no se lo encuentran y no se lo encuentran porque o bien transcienden la pura existencia o bien se hunden en el más puro materialismo. Y es que a veces nos cuesta mucho trabajo centrarnos en lo que estrictamente somos. Cuando transciendes la pura existencia, te elevas a un estadio en el que tu pensamiento se encuentra muy inseguro y has de tirar de fe, de dogmas y de misterios. Me parece muy bien que el que lo quiera así, pues que se instale en lo sobrenatural. A lo mejor no vive esta vida pensando en la otra, resultando que la venidera está por venir y el futuro no es un pájaro en la mano ni aquí ni en ningún sitio. Si te da la sensación que con la primera opción te has pasado, con la segunda, el materialismo, tienes la impresión que te quedas corto, que tus aspiraciones, como hombre no acaban de colmarse, que necesitas algo más como ser espiritual y reflexivo que eres. Entonces buscas algo que te colme si no al cien por cien, por lo menos que no repugne a tu inteligencia y que te sientas cómodo en los límites de lo que establezcas. Los humanos vivimos muchas veces en depresión existencial porque antes de decir lo que queremos, tenemos que saber lo que somos. Por ser seres reflexivos y espirituales, no por eso hemos de deducir que nos espera un mundo eterno y espiritual. Ni por sentirnos cosa, hemos de pensar que una piedra y yo somos la misma cosa. Así la depresión nos viene por sentir inseguro e inalcanzable lo primero y repugnante lo segundo. Yo no digo que no exista todo lo que la mente o las ganas humanas se puedan imaginar, lo que digo es que no es serio ni seguro para nuestra existencia sentar nuestras bases sobre la fe o sobre la pura química.
Creo que a la vida se le tiene que buscar el sentido dentro de los límites de nuestra existencia, como seres que piensan, que reflexionan, que tienen aspiraciones, pero que son finitos. Yo, sinceramente, sólo sé esto del hombre y el que sepa algo más que lo diga. La fe no es saber. La fe es un sentimiento, una aspiración, un ansia. Instalarse en esto es muy lícito y el que con la sola fe se sienta seguro totalmente, que me lo explique, que yo también lo quiero estar. El hombre, como ser mortal, vive en la Tierra entre un nacimiento y una muerte. Esto lo sabemos. También sabemos que cuando nacemos, no nacemos totalmente desnudos. La vida nos ofrece vida, para que nosotros, como en la parábola del denario, la trabajemos. Para que nosotros, con esa vida, hagamos la nuestra. Nuestra particular vida. Para que la desarrollemos durante todos los años que vivamos. “El hombre es lo que hace con lo que la vida le ha dado” . No querrás llegar al final de tus días con el denario en tus bolsillos. Entonces tu vida no habrá tenido sentido, porque llegaste al final con lo mismo que la vida te dio. Gabriel García Márquez dijo que su vida iba tomando sentido en la medida en que la iba convirtiendo en literatura. Fijaros, la iba convirtiendo. Luego la vida es un ir desarrollando lo que llevamos dentro. Al final tendremos que hacer como el incansable salmón, subir poderoso el río para desovar en las tranquilas y limpias aguas de un remanso. Finalizado esto, el salmón muere. Ese fue el sentido de su vida.
Por eso cuando meditamos, principalmente para conocernos y después para saber lo que cada uno lleva dentro, es fácil reconocer como García Márquez, cuándo se está dando ese proceso por el cual nuestra vida toma sentido. Porque también podría ocurrir que vivamos engañados creyendo que estamos en el camino correcto y no sea así. Las turbulencias de éste nuestro mundo nos lo puede hacer ver así. Sin embargo hay varios varemos de medir este sentimiento, especialmente esa sensación de bienestar, de sentirnos vivos, de paz espiritual que nos produce. Cuando te acuestes con esta sensación es que estás viviendo tu vida, con todo su sentido incluido.