Los principios han de ser profundamente humanos. No valen unos principios que vayan contra nuestros semejantes, contra cualquier otro ser, contra el orden legalmente establecido o contra las costumbres de todo un pueblo. A nivel individual, sí que podemos tener unos principios que aunque se opongan al resto de la comunidad, al menos no vayan contra su libertad o contra su integridad. Incluso esto último es bueno, pues la originalidad nunca está demás. En este sentido Kant en el siglo XVIII redactó su imperativo categórico que más o menos decía así: "Obra de tal manera que tu obrar se pueda convertir en una ley universal". Así si actúas según este mandato moral, digámoslo de esta manera, te aseguras que tu vida moralmente hablando sea impecable.
Estás actuando como una persona de principios.
Sin embargo, en cuanto a la universalidad de los principios, hay algunas objecciones. Los valores no son los mismos en todos los pueblos. Por ejemplo, la pena de muerte. Hay algunas sociedades que piensan más o menos así: "El que a hierro mata a hierro muere".Eso es un principio. Hay otras, que como sabéis ya tiene abolida la pena de muerte. Por lo tanto los principios, algunos de ellos, no pueden ser considerados universales ni en el tiempo ni en cuanto a la totalidad de la población. Lo que ayer fue un valor hoy no lo es y lo que es bueno para mí puede que no lo sea para ti. De aquí podemos deducir que en los principios hay algo de subjetividad, tanto a nivel individual como de población. Por lo tanto algo que por definición tendría que valer para todo el mundo y para todos los tiempos, vemos que esto no puede ser.
De esta manera entramos en un relativismo moral. Amigos, ya no estamos en el siglo XVIII. Ahora pensamos y sabemos que otros principios que no son iguales que los nuestros o incluso se pueden oponer a los nuestros son dignos de ser respetados, porque son tan universales como los nuestros o tan no universales como los nuestros. Si este relativismo moral hubiera imperado en siglos anteriores, ¿cuántas muertes, por ejemplo, creéis que se hubieran evitado? ¿Cuánta gente hemos matado porque no tenía los mismos principios que regían en nuestra sociedad? No voy a enumerar ningún caso, pero a groso modo pensad en la Santa Inquisición, en el descubrimiento de América o en cualquier guerra fratricida.
Sin embargo, este relativismo moral que tiene todas las cualidades para convertirse en el mejor principio de todo el mundo, no ocurre así. Y no ocurre porque el hombre lo manipula, como todo lo que cae en sus manos. Lo acomoda a su ser. Lo prepara para su beneficio. Por ejemplo, un político. Cualquiera. Del signo que sea. ( Si las políticas todas son buenas, son los políticos las que las malean.) Un político te habla, te da un mitin o te manda un programa a casa. Hasta ahí todo perfecto. Sólo es teoría. Pero estos principios que alumbran su obrar de cada día él no los puede aplicar y no los puede aplicar, porque si los aplica taxativamente no encuentra su beneficio y el político tiene que ver ese beneficio disfrazado de lo que sea. Entonces empieza ese relativismo del que te hablé más arriba y que mal entendido viene a decir: "Déjame a mi este principio, que yo me lo voy a acomodar a mi o a mi partido, que va a parecer que no se le ha tocado y que nos va a beneficiar. Así mataremos dos pájaros de un tiro, nos llenamos los bolsillos o lo que sea y quedamos delante de la sociedad como intachables. Esto que he aplicado a los políticos, también nos lo podemos aplicar a cada uno de nosotros. Al final y como sigamos con este relativismo moral, todos tendremos que llevar esta etiqueta marxista en la solapa" Estos son mis principios. Si no les gusta, tengo otros"(Groucho Marx)