martes, 23 de marzo de 2010

Prevención contra la felicidad

He descubierto que soy más feliz desde que no me interesa la felicidad. ¡Madre mía, con lo que yo he sufrido para alcanzar la meta de la felicidad desde aquel remoto día en que leí el "Beatus ille" de Horatio!. Pues mira, ya no me interesa. Vivo al día y me apaño con lo que el día da de sí. Y es que he descubierto que la felicidad tiene un sin fin de contraindicaciones.
1ª.- Si yo soy feliz, a lo mejor es que otros son desgraciados a causa de mi felicidad. La vida es como la orografía de la Tierra, a una montaña le sigue una depresión, lo mismo que al lado de un valle siempre hay una montaña. Sí, ya sé que eso ha ser siempre así, pero yo no quiero ser montaña y dar siempre sombra al valle.
2ª.- La felicidad causa envidia en tus próximos. Lo he experimentado en mis propias carnes. Yo aparento ser feliz. (Porque la felicidad es una apariencia). La gente que está a mi lado sufre porque no encuentra el camino. ( Yo aparento que lo he encontrado). Las personas que viven a tu lado y te ven tan feliz tratan de que no lo seas. (Zancadilla). Así es que la felicidad no trae más que problemas y el que aparenta ser feliz es un hipócrita, porque aparenta.
3ª.- La misma felicidad debería hacerte sentir desgraciado. Mira a tu alrededor y lo sabrás. Enfermedades, hambre, guerras, malos rollos. ¿Quiero decir con esto que todos deberíamos ser desgraciados? No, de ninguna manera. Solo quiero decir que no debemos ser hipócritas. En estas condiciones, si quieres ser feliz tienes que aislarte, meterte en una burbuja para no ver el sufrimiento que hay a tu alrededor.
4ª.- La felicidad adormece la creatividad. Eric G. Wilson en su libro "Contra la felicidad", aboga por una cierta melancolía, precisamente para eso, para poseer un cierto poder creador. Si echan un repaso a los grandes poetas, músicos o literatos verán que en épocas de crisis personal crearon sus obras más impactantes. En esas circunstancias el alma vibra de un modo muy especial. Yo mismo lo he visto en mi vida. Cuando he estado en crisis, que ha sido casi siempre, he hecho hasta poesías.
Sin embargo hay otra clase de felicidad, que reside dentro de nosotros, que no sale al exterior, que no proporciona envidia, que te permite ser creativo a la vez que compasivo, que tiene que ver con las cosas pequeñas y sencillas, casi con la rutina de cada día, que no es explosiva, que te engrandece por dentro, que cambia tu mirada y la hace humilde y comprensiva, que es callada, tan callada que necesitas recogerte sobre ti mismo para sentirla con toda su fuerza. Esa felicidad no se piensa, sólo se siente. Es algo irracional y no tiene definición. Aparece cuando menos te lo esperas y dura lo que dura un rayo. Suele crecer en páramos donde el refinamiento, lo superfluo y lo artificial no tienen cabida. León Tolstoi decía "Mi felicidad consiste en que sé apreciar lo que tengo y no deseo con exceso lo que no tengo". Vacíate de todo lo que no es necesario, especialmente del deseo de ser feliz, porque es la única forma de que de vez en cuando te des cuenta de que lo eres.



lunes, 8 de marzo de 2010

Ciertos inconvenientes de ser ateo

Yo tengo un amigo que es ateo o al menos eso dice él. Este amigo mío y yo compartimos el amor por el campo. Nos gusta sembrar y ver como crecen las plantas. Nos gusta cuidarlas y mimarlas. Nos gusta alimentarnos de ellas, de las que nosotros cultivamos, y nos gusta, incluso, regalarlas. Pero él es ateo y yo no. Yo tengo mis dudas, tengo mis altibajos, tengo mis sentimientos y también tengo mis tradiciones y sobre todo tengo lo que me pide el cuerpo. Él no. Él es ateo, se declara ateo y hasta se cabrea cuando le hablo de Dios. A veces me dice: "Yo no quiero saber nada de ese señor" "Todo eso son tonterías". Como hombre hecho en el campo cuando se enfada se "caga en Dios" y entonces yo le digo: "Ya te pillé". "Tú sí crees en Dios, si no no te podrías cagar en Él". Yo, para mis adentros sé que sólo es una forma de hablar. Pero, ¿y si además de eso trabajara un poco el inconsciente? Freud hablaba del "acto fallido", como un síntoma evidente de lo que trabaja en la trastienda de nuestro subconsciente. Cuando hablas con una persona tienes que estar atento a los "actos fallidos", a esas cositas que se te escapan y que tiene su importancia a la hora de formarte una idea del interior de esa persona. Como el chiste que alguna vez me ha contado mi hermanita por el que una chica llama a su amigo,
Miguel Fajardo, Miguel follardo y acto seguido se disculpa diciendo "Ay, en qué estaría yo pensando?
En otras ocasiones ha ocurrido que alguien que se declara ateo, ha recurrido a Dios como un acto reflejo o tal vez, como decía más arriba, como un acto inconsciente. Mi padre me contaba que en nuestra "gloriosa" guerra civil, él se encontraba en una compañía mandada por un capitán, que entre otras cosas era ateo. Estando defendiendo una posición y sabiendo que estaban rodeados de enemigos por todas partes, encontraron una salida cuando alguien desde una colina les hizo señas con una bandera blanca. Se acercaron sigilosamente hacia esa posición y cuando ya se encontraban cerca, los que creían que eran amigos se liaron a tiros con ellos. Claramente habían caído en una trampa mortal. Me contaba mi padre, como cosa que le llamó mucho la atención, que aquel capitán, cuando vio la mortandad que el enemigo estaba proporcionándole a sus soldados, no paraba de gritar "¡Dios mío!" "¡Dios mío!". Indudablemente todos sabemos que es una forma de hablar, pero ¿acaso este acto reflejo o inconsciente no querrá decir algo más? ¿Será este otro "acto fallido" del que habla freud?
Existen otras clases de ateos, que les podríamos llamar "ateos devotos". Oriana Fallaci fue un ejemplo de atea devota. Era atea y cuando murió donó su biblioteca al papa. O aquellos que no creen en Dios, pero sí en algún santo. Bueno creer en un santo es más fácil que creer en Dios, pues al santo se le ha visto y sus obras están ahí. Por eso esto no es una contradicción, creo simplemente que es un pequeño inconveniente. Existen otros ateos devotos que sin creer en Dios apoyan a la Iglesia Católica porque "irónicamente" dicen que es la verdadera o la que representa mejor nuestra sociedad.
Finalmente están los ateos apostadores. Les llamo así porque no creen a ciegas en Dios, sino que echan sus cálculos. Dicen más o menos así: "Vamos a ver. ¿Cuántas posibilidades tengo de que haya Dios?-Pues el 50%, porque no tengo pruebas ni a favor ni en contra. ¿Cuantas posibilidades tengo de que no haya Dios?- Pues otro 50%, por la misma razón. Así pues apuesto por la primera opción que me es más beneficiosa, pues si muero y resulta que hay Dios, pues eso que tengo ganado. A esto se le llama la "apuesta pascaliana". Estos son claramente ateos, pues sólo creen en Dios un 50%. Yo, sinceramente, como creo que si Dios existe no será tonto, no se va a tragar lo de esta gente y por lo tanto los mandará fuera del paraíso otro 50%. Otro inconveniente.
Finalmente, el gran inconveniente que le veo a un ateo es cuando decide tener relaciones íntimas con su pareja. Llegado el momento culminante del proceso no se le ocurrirá por nada del mundo gritar ¡Dios mío! ¡Dios mío!. Pues sí, hay muchos ateos que lo hacen y este "acto fallido", impresionante "acto fallido" del ser humano ateo, lo único que me demuestra es lo cerca que está la energía de nuestro universo de la divinidad (filosofía tántrica). Así pues el que quiera ser ateo de verdad, sin ninguna contaminación divina, que se abstenga de decir ¡Dios mío! ¡Dios mío! cuando esté en el "gori-gori". En su lugar le recomiendo un rebuzno erótico, que es algo que queda muy natural para estas ocasiones. ¡Y fuera inconvenientes!