1ª.- Si yo soy feliz, a lo mejor es que otros son desgraciados a causa de mi felicidad. La vida es como la orografía de la Tierra, a una montaña le sigue una depresión, lo mismo que al lado de un valle siempre hay una montaña. Sí, ya sé que eso ha ser siempre así, pero yo no quiero ser montaña y dar siempre sombra al valle.
2ª.- La felicidad causa envidia en tus próximos. Lo he experimentado en mis propias carnes. Yo aparento ser feliz. (Porque la felicidad es una apariencia). La gente que está a mi lado sufre porque no encuentra el camino. ( Yo aparento que lo he encontrado). Las personas que viven a tu lado y te ven tan feliz tratan de que no lo seas. (Zancadilla). Así es que la felicidad no trae más que problemas y el que aparenta ser feliz es un hipócrita, porque aparenta.
3ª.- La misma felicidad debería hacerte sentir desgraciado. Mira a tu alrededor y lo sabrás. Enfermedades, hambre, guerras, malos rollos. ¿Quiero decir con esto que todos deberíamos ser desgraciados? No, de ninguna manera. Solo quiero decir que no debemos ser hipócritas. En estas condiciones, si quieres ser feliz tienes que aislarte, meterte en una burbuja para no ver el sufrimiento que hay a tu alrededor.
4ª.- La felicidad adormece la creatividad. Eric G. Wilson en su libro "Contra la felicidad", aboga por una cierta melancolía, precisamente para eso, para poseer un cierto poder creador. Si echan un repaso a los grandes poetas, músicos o literatos verán que en épocas de crisis personal crearon sus obras más impactantes. En esas circunstancias el alma vibra de un modo muy especial. Yo mismo lo he visto en mi vida. Cuando he estado en crisis, que ha sido casi siempre, he hecho hasta poesías.
Sin embargo hay otra clase de felicidad, que reside dentro de nosotros, que no sale al exterior, que no proporciona envidia, que te permite ser creativo a la vez que compasivo, que tiene que ver con las cosas pequeñas y sencillas, casi con la rutina de cada día, que no es explosiva, que te engrandece por dentro, que cambia tu mirada y la hace humilde y comprensiva, que es callada, tan callada que necesitas recogerte sobre ti mismo para sentirla con toda su fuerza. Esa felicidad no se piensa, sólo se siente. Es algo irracional y no tiene definición. Aparece cuando menos te lo esperas y dura lo que dura un rayo. Suele crecer en páramos donde el refinamiento, lo superfluo y lo artificial no tienen cabida. León Tolstoi decía "Mi felicidad consiste en que sé apreciar lo que tengo y no deseo con exceso lo que no tengo". Vacíate de todo lo que no es necesario, especialmente del deseo de ser feliz, porque es la única forma de que de vez en cuando te des cuenta de que lo eres.