miércoles, 2 de junio de 2010

LASTRE

Un barco navega por el agua como nosotros navegamos por la vida y ese peso que un día pudo ser nuestra salvación, hoy supone un esfuerzo sobrehumano que nos agobia vitalmente.
Durante la vida hemos sido marcados de muy diferentes maneras. Nos marca la sociedad. No nos marcan ni las plantas, ni los animales, ni el viento, ni el bosque. Nos marca la vida cuando nos relacionamos. Nos marca nuestra experiencia interior cuando sentimos, cuando sufrimos. Nos marca nuestro compañero, nuestro enemigo, nuestro vecino. Nos marca la envidia, el odio. Quedamos marcados cuando alguien nos humilla, nos despoja de nuestros derechos como personas. Nos marca la soberbia, el orgullo, la prepotencia. No nos marca el perro. El perro ama con amor de perro, incondicional. No nos marca el agua de lluvia. El agua de lluvia nos purifica. No nos marca el árbol. El árbol nos da vida. Nos marcan nuestros semejantes. "El hombre es un lobo para sus semejantes".
Tuve amigos y eso fue bueno. Me dieron momentos en los que sentí la proximidad de un ser humano que piensa y siente como tú. Compartimos ansias, deseos, experiencias con la tranquilidad de que en la Tierra existía otro ser como tú. No estábamos solos. Pero un día nos separamos y fue para siempre. Nos vimos al cabo del tiempo y no supimos qué decir. Fue extraño. Nosotros también éramos extraños. Ahí quedó un gran vacío.
Tuve mujer y sentí la voz de la naturaleza cuando ruge entre dos montañas. Amasé cuanto placer pude y bajé la cuesta del amor hasta llegar a la meta de la indiferencia. Todo cayó en el olvido. Sólo quedan las heridas que apenas se dejan ver debajo de la nueva piel que me ha salido.
Tuve una vocación y soñé. Soñé con ser pastor y llevar mi rebaño a los mejores pastos del valle y de la montaña. Soñé con dirigir a mis ovejas por el camino del amor y de la virtud. Yo mismo soñé con ser voz. Pero cuando dejé de soñar aterricé. Entonces huí y me escondí en una caverna profunda y oscura. Y eso me dejó una profunda decepción.
Quise triunfar en la vida. Trabajé y estudié. Me esforcé sobremanera. El día solo tenía horas para el esfuerzo. Pero cuando la montaña estaba medio vencida me invadió el desánimo y la desilusión.
Y ahora en el atardecer de la vida, cansado, medio hastiado, encorvado por el excesivo peso, desanimado a la vista del fin del camino, no sé reaccionar. Pienso que todo esto que me ocurrió durante mi vida es un lastre muy grande para mi débil carcasa. Pero también sé que el lastre, en los barcos, se tira por la borda cuando no se necesita. El lastre fue un día bueno como lo fue el amigo, la mujer, el sueño y el triunfo. Pero hoy me abruma, me pesa demasiado. Hay que aligerar el barco, despojarlo de lo que no sirve, de lo que le hace daño. Un día fue bueno. Ya no. A estas edades debemos rodearnos de aire, que pesa poco. Disfrutar de la vida con nueva mirada. Mirarlo todo con los ojos llenos de experiencia y de sabiduría. Mostrando a la vida tu cuerpo etéreo donde nadie pueda hundir su espada. Así resbalaremos la última pendiente gozosos de ser, de ser plenamente, huidos ya de ese ruido que no nos dejaba descansar.

2 comentarios:

  1. Amigo Juanjo, he estado muy atareado estos días olvidándome un poco de que estoy jubilado pero he leído este escrito y me ha gustado mucho.
    Quiero comentarte que más de 50 años dan para mucho lastre. Si yo te pudiera contar todo el lastre que he acumulado durante este tiempo... ¡me daría para escribir un libro y quizá otro!
    He dejado muchas cosas en el camino: amigos que luego no lo fueron,decepciones de compañeros que tampoco demostraron que lo eran, traiciones (nunca amorosas), engaños y el más gordo de todos el de saber que estuve aprobado en las oposiciones allá por el año 1.965 y enterarme al cabo de 25 años que fui excluído para introducir a otro y no quiero entrar en detalles.
    Como ves amigo Juanjo cada uno tiene su particular historia que contar pero todo ese lastre lo he ido dejando atrás, recuperando a mis copmpañeros que tenía perdidos y que ahora, aunque sea en la distancia, puedo comunicarme con ellos como ahora lo hago contigo.
    Sigue escribiendo amigo Juanjo pero hazlo desde dentro de ti para que todos los que te leemos tengamos ese sosiego y esa tranquilidad de ánimos cuando profundizamos en tus ideas cargadas de toda la fuerza y bondad que comunicas.
    Un abrazo.
    Miguel

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  2. Querido amigo Miguel. Ya voy para viejo y eso lo demuestra que el otro día te escribí la contestación y se me olvidó publicarla. Cuando al día siguiente voy a mirarla se había evaporado. En fin, un desastre.
    Dices que tú escribirías dos libros con la historia de tu vida. Pues escríbelos que yo estoy aquí para leerlos. Tendrías un incondicional. Esto de escribir es como cantar, todos sabemos cantar. Pues escribir es lo mismo. ¡Anímate! A mí me gustaría que todos escribieran sus pensamientos, así nos conoceríamos de verdad.
    Dices que siga escribiendo, pero que lo haga desde dentro de mi, ¿es que ya no lo hago? Dímelo, pues tú tienes más perspectiva que yo.
    Yo, todo lo que escribo es porque lo he vivido o lo he vivenciado dentro de mi. El tema de hoy "LASTRE" es una asunto que creo nos compete mucho a los de nuestra edad. A veces llegamos a la jubilación con demasiada carga. Creo que hemos de desechar todo aquello que en otros tiempos supuso para nosotros algo que hoy ,con el tiempo, es un lastre que hay que tirar por la borda. No soy un psicólogo, como el amigo Juan, pero te aseguro que el que lo arrastra se le nota en la cara. A nuestras edades me da la sensación que se camina mejor "ligero de equipaje", así nos sentiremos más libres y más etéreos y muy pocas cosas nos podrán hacer daño. Fíjate en estos versos de Lao Tse:
    "He oído decir que quien sabe cuidarse
    viaja sin temor al rinoceronte,
    ni al tigre,
    y va desarmado al combate.

    El rinoceronte no encuentra donde hincarle el cuerno,
    ni el tigre donde clavarle su garra,
    ni el arma donde hundir su filo.
    ¿por qué?
    Porque en él nada puede morir.

    Un abrazo. Juanjo.

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