jueves, 17 de diciembre de 2009

Un día casi perfecto

Iba amaneciendo. Sobre los cables de la luz, las golondrinas vestidas de negro entonaban sus salmos del alba y sobre el horizonte una neblina impedía los primeros rayos del sol. Celia se desperezaba en la cama retorciéndose estridentemente sobre sí misma. Yo saludaba al día con el torso desnudo, apoyándome en la barandilla del balcón. Todo presagiaba un día redondo.
Celia me lo había dicho muchas veces: "Tengo muchas ganas de celebrar tu cumpleaños lejos de casa, los dos solos, sin los niños". Hoy, primer día de mi jubilación y cumpleaños, a la vez, estábamos decididos a que así fuera. Los niños eran grandes y nosotros nos íbamos tranquilos.
El viaje a la Costa Brava fue tranquilo. Sólo vimos un accidente a la media hora de salir: una furgoneta estaba volcada sobre el andén. Celia me miraba a hurtadillas para asegurarse de que todo andaba bien. El miedo a cualquier imprevisto ronda por las cabezas cuando un trocito de tu vida ha sido programada.
Aún no llevábamos dos horas de viaje, cuando desde una carretera mal asfaltada y adornada a un lado y a otro de enormes árboles, vimos el hotel. Los árboles en la carretera me sacan un poco de mis casillas y me producen un extraño vértigo. Mi amigo Eduardo, en un día de lluvia, se convirtió en una postal estampado contra un monumento de la naturaleza, como estos que hoy nos acompañaban.
El hotel no era otra cosa que una vieja masía venida a más. Construída en el siglo XVIII, aún conservaba los viejos útiles de labranza. Me embruja ver la historia en las cosas. Me imagino a hombres y mujeres, vestidos a la usanza de la época, haciendo las faenas del campo. Mi mujer había elegido este caserón adrede, pues sabe lo bien que me llevo con ese pasado que se me hace presente.
Cuando entramos en nuestra habitación y el muchacho de las maletas se marchó con su propina, mi mujer, como en sus mejores épocas, de un salto se lanzó a la piscina, o sea, a la cama. La larga falda se le subió a la cabeza, quedando desprotegida de cintura para abajo. Siguió saltando en la cama una y otra vez, tal que parecía que estaba endemoniada. Nunca la había visto tan descontrolada. Un esbozo de miedo, nuevo en mí, me subía por las piernas y una cierta angustia se me acomodó en la garganta. Enseguida busqué la causa, por ver si en ella venía el remedio y se me ocurrió que sería el miedo a lo desconocido. Disimulé lo mejor que pude y a requerimiento suyo me dejé caer en la palestra llevado por la inercia más que por el entusiasmo.
Bajamos a comer tarde y el metre, sabedor de lo nuestro, nos colocó a un lado del pequeño comedor, por gozar de más intimidad. La mesa daba a un ventanal desde el que se divisaba el mar rompiendo brutalmente contra las rocas. El ruido del mar era apaciguado por el acantilado próximo a la masía. Nosotros con las manos unidas sobre la mesa, esperábamos la sorpresa con la que el cocinero nos quería encandilar. Los ojos de Celia brillaban y yo a través de ellos trataba de reconstruir una historia de días y de noches y de amaneceres renaciendo a la ilusión del día. Esta vez el pasado no se hizo presente y pudo más esa emoción que terminó por contagiarme. La comida fue perfecta.
Pasamos la tarde descansando y dando unos paseos por los alrededores. Nos acercamos prudentemente al acantilado y paramos cuando un aire extraño, que parecía subir de los infiernos nos aconsejó prudencia. Apoyados sobre nuestros costados contemplamos, allá abajo, la breve playa que disputaba con las rocas por algo de espacio. Así, mudos y en silencio, o sea, hablando cada uno para sí, permanecimos largo rato. Me gusta el silencio y me da miedo el silencio, porque en el silencio es cuando más se habla. En el silencio es cuando se decide. En el silencio es cuando se montan estrategias y se asientan los odios. Tengo que confesar que el silencio en compañía me infunde algo de temor. Me sentí, entonces, mal conmigo mismo. Pensé que la paz completa solo es patrimonio de los que ya no son y pensé también que esos mismos pensamientos me estaban llevando a una actitud negativa en la que todo se podía estropear.
Ya era tarde y el sol hacía un ratito que había desaparecido tras las cercanas montañas. La tarde se estaba estropeando. La temperatura había caído rápidamente y un aire molesto desdibujaba los pelos de Celia.Dimos media vuelta y abrazados y en silencio alcanzamos el hotel.
Decidimos irnos pronto a la cama. Declinamos la cena, pues aún estábamos muy llenos. LLegados a la habitación, comenzamos el ritual de costumbre antes de zambullirnos entre las sábanas. Había una cierta tensión entre los dos aunque nos esforzábamos por disimular. Sin embargo un cierto tedio se había apoderado de nosotros. Por experiencia sé que cuando las aguas se retiran, no hay nada que hacer, sino esperar a la siguiente marea. Yo me estaba lavando los dientes, cuando ella ya se metía en la cama, no sin antes dejar la zapatillas perfectamente alineadas. Cuando hice el último enjuague, respiré profundamente y pensé por todos los medios remediar la situación.Me sentía culpable. Ella me lo adivinó en la cara. Yo lo había estropeado. Las mujeres son muy buenas psicólogas. Entonces caí en la cuenta que había sido poco cariñoso con ella durante el día y que, probablemente, ella intuía que el plato fuerte de la noche lo pasaría por alto. Así que, todo decidido, me ajusté los machos, cogí impulso y con una breve carrerilla me lancé bruscamente sobre ella. Celia dio un grito rasgado que me asustó. Como pudo me echó a un lado y miró a sus zapatillas. Las zapatillas estaban cada una en una punta de la habitación. Se levantó como una furia, recogió sus zapatillas y me las lanzó como proyectiles sobre mi cabeza. Le pedí disculpas, le supliqué, me arrodillé, pero de nada sirvió. Ella sentada en un sofá y yo medio incorporado en la cama pasamos largos minutos, amargos minutos. Me prometí no hacer un montón de cosas, entre ellas no programar nada nunca más nada. Como la situación no remitía, decidí apagar mi luz. La situación no tenía remedio y había que esperar a la siguiente marea. Entonces me dio por pensar en un libro que leí cuando joven "La insoportable levedad del ser" de Milan Kundera. Pensé en las jugadas que a veces nos juega el azar y en lo frágil que es la línea sobre la que nos movemos. Estando en estos pensamientos y como si de un resorte se tratara, me levanté, me abracé a mi mujer, la llené de besos y con un esfuerzo menor me la llevé a la cama. Nos dormimos abrazados y nos despertamos abrazados. La noche, la desconocida noche fue mejor que el día.

lunes, 14 de diciembre de 2009

El rio y el mar

"Nuestras vidas son los ríos que van a dar en la mar que es el morir". Jorge Manrique. "Coplas por la muerte de su padre"
A nuestras vidas, tanto desde el punto de vista individual, como de pareja o social se le puede aplicar la bella y certera metáfora que Jorge Manrique gravó en estos versos. Desde los tres puntos de vista se les puede considerar como entes individuales. La pareja es un ente matrimonial. La pareja es un ente matrimonial desde el momento en que la química de ambos empieza a sufrir o disfrutar reacciones incontroladas. Todos las hemos padecido en mayor o menor grado y ay de aquel que no haya sentido la convulsión, el destrozo del amor. Una vez oí decir a un científico que el amor no existe. Eso que llamamos amor, sólo son reacciones químicas. Yo, ante semejante afirmación, me enfurecí contra ese bárbaro apóstata de la vida. Con el tiempo fui reconociéndole valor a esta teoría. ¿Os acordáis cuando estudiamos química? ¿Qué pasaba cuando dos átomos inestables se juntaban? Pues eso, que sus electrones iniciaban una danza infernal de aproximación a sus respectivos átomos y que sólo paraban cuando se había establecido ese equilibrio establecido por la materia, tal vez, y que significaba siempre el establecimiento de un nuevo ente, ser, sustancia, molécula o lo que sea.
De toda esta especie de introducción, me voy a fijar especialmente en el proceso. En ese camino que han de recorrer los átomos, hasta que forman la nueva sustancia. O también, en ese camino que ha de recorrer el río, hasta que llega al mar. O mejor, en ese otro camino que han de recorrer los amantes, hasta que esa cosa impetuosa llamada amor,recala mansamente en un letargo lleno de cariño, dulzura y reconocimiento.
El amor siempre ha de ser considerado en el estadio inicial del río, porque para que el río fluya necesita de un cierto desequilibrio. El que hay entre el nacimiento y la desembocadura. El que hay entre el átomo A y el átomo B. El río nace pequeño, pero avanza intrépido entre riscos y cantos rodados. En ese estadio el río canta y huele. Sus aguas bajan heridas y llenas de poesía. Bailan entre las rocas y saltan alegres las fallas del terreno. La vida es bella. El río es joven. El mar queda lejos.
El poeta, la mejor expresión de la vida, vive en perpetuo desequilibrio de amor. Garcilaso de la Vega, Antonio Machado, Lope de Vega son buenos ejemplos de lo que venimos diciendo. "Vivo sin vivir en mí". Vivír en el Amado, como San Juan de la Cruz. Qué desazón más profunda cuando la paloma es ida. Los átomos del amor, como que se vuelven locos, caminando por cerros y collados, en la noche oscura del alma.
La vida es un contrasentido, la mires por donde la mires. Vivo muriendo por descansar en el Amado. Y es ese descanso la muerte. Como el río en el mar. Inexorablemente suyo. Entonces,¿la felicidad es el mar o la felicidad es el río? La felicidad es el río deslizándose hacia el mar.

A mi amigo Miguel

Querido amigo Miguel, no sabes lo agradecido que te estoy por las palabras tan bonitas que me dedicas tan a menudo. Mira, yo no puedo escribir una novela, sencillamente porque no sé. Si supiera, te aseguro que la escribiría,pero no sé. No sé si te acuerdas, pero yo soy corredor de 100 metros lisos (lisitos), no soy corredor de fondo. Y lo que hago es más o menos de ese estilo. Así es que quítate lo de la cabeza lo de la novela, pues ya me gustaría a mi... Cada uno vale para lo que vale.Sin ir más lejos, te diré que yo tengo una amiga, que a lo mejor la conoces tú, pues estudió magisterio en Jaén, es de Santisteban del Puerto y ha escrito una novela, preciosa, en la que seguro te vas a ver reflejado, tú y tus circunstancias. Se trata de Lucia Parrilla Sagra y la obra es "El forense". Ediciones el desembarco. Con ella he revivido principalmente mi niñez y mi juventud, que ya no me acordaba. Es muy buena. Yo soy incapaz de escribir una cosa tan larga.
Mira Miguel, Yo empecé a escribir, porque me dormía delante de la tele. Al principio le escribía al amigo Juan Lendínez, que me dio mucha fuerza y al amigo Juan Manuel Patón, que intercambiábamos ideas. Después mi mujer por un lado y Lucía por otro, me animaron para que lo hiciera en un blog, y así lo hice. Con los días me fui dando cuenta que el principal beneficio de la escritura es que cada día me conocía mejor, pues nunca había pensado que pudiera ahondar tanto en tanta cosas. Por eso yo animo a todo el mundo que lo haga, pues creemos que nos conocemos y no es así. Tú ponte delante del ordenador, fija un tema y empieza a escribir. No hace falta que prepares nada. Todo espontáneo. Ya verás como te va saliendo todo lo que llevas dentro, que a veces nos quedamos sorprendidos. Yo seré el primero que te animaré, como tú me animas a mí.
Yo, por mi parte seguiré escribiendo de lo que sé, que es mi propia experiencia. Fuera de ahí sé muy poco. Vamos a apañarnos con lo que tenemos. ¿Te parece bien? Un abrazo muy fuerte de Juanjo.

jueves, 10 de diciembre de 2009

El gran agujero negro

"Treinta radios convergen en el centro de una rueda, pero es su vacío lo que hace útil al carro. Se moldea la arcilla para hacer la vasija, pero de su vacío depende el uso de la vasija. Se abren puertas y ventanas en los muros de una casa, y es el vacío lo que permite habitarla. En el ser centramos nuestro interés, pero del no-ser depende la utilidad" TAO TE KING de LAO TSE. Cap. XI.
A veces nuestra conciencia nos equivoca cuando enjuicia el mundo que nos rodea. Ponemos en primer lugar lo que debería ir en segundo. Aquí es el orden lo que importa. Sin embargo, la rueda es el aro y el vacío. La casa son las paredes y el vacío. La vasija es el barro y el vacío. El vacío, como denominador común de las cosas, permite que puedan ser utilizadas. El vacío no es la nada, pero es lo que más se le parece de todo lo que conocemos. Sin el vacío nada es algo.
Todo lo que existe necesita un vacío, para ser. Necesita un vacío para ser útil. Necesita un vacío para existir. Ese vacío va con nosotros y está ahí, formando parte de nuestra esencia. El vacío a veces no es vacío, es la sombra que no se ve, es la oscuridad que no se nota, es el agujero negro que todo lo engulle. Todo lo que conocemos está formado de la misma manera y el que no lo entienda está obligado a tomar conciencia.
Nosotros, los humanos o lo que es lo mismo, los mortales, haciendo honor a nuestro nombre, morimos. O nos mueren. O devenimos muertos. ¿Qué ha pasado? ¿Es que ya no somos nosotros? ¿Acaso es que hemos llegado al vacío? Pero, ¿qué sería el vacío en este orden de cosas? ¿Será la nada, entendiendo por nada el acabose de todo? ¿O será tal vez la parte oscura del ser, que también es ser? ¿ O será el agujero negro de la vida, que también es vida? Seamos observadores y miremos a nuestro alrededor. Morir (palabra fea donde las haya) es pasar a la nada engendradora. Morir es ser grano que germina. Morir es ser agujero negro que genera. Eterna transformación.
No nos dejemos engañar por nuestra conciencia. Ella nos engaña porque es parcial. Ella no quiere morir, porque es individual. Pero es necesario que desaparezca para que el mundo siga su evolución. Morir es un acto inmenso de generosidad, te desnudas de lo que más quieres para ser lo que fuiste.
Sólo nos falta una cosa. Algo decididamente importante, vital. Tomar posiciones. Mientras antes las tomemos, mucho mejor. Antes de llegar al gran agujero negro o blanco ( me da igual) el alma ha de estar serena. Y estará serena si hemos encontrado la forma idónea de ser nada. Y estará serena si hemos asimilado que ser vacío, es ser. Cuando todo esto se amolde a tu alma como un guante y te sientas todo con todo, y te sientas hermano con todo, pero no más, entonces y sólo entonces, podrás descuidadamente vivir.

jueves, 3 de diciembre de 2009

Descanso

Queridos amigos. Ahora me toca descansar. Dice mi mujer que nos vamos de vacaciones unos días. Soy su más firme seguidor, siempre voy detrás de ella. Estoy muy cansado, no sabéis lo difícil que es escribir. Bueno, sólo estoy cansado de once a doce de la noche que es cuando escribo. Me acordaré mucho de vosotros, de los que me leéis, que la verdad no sé cuantos sois. Haber si de vez en cuando os dejáis caer con un comentario crítico, humorístico o cariñoso, que va muy bien para reponer la autoestima. (Gracias Miguel, te quiero). También doy las gracias a esa señorita caribeña que me hizo esos dos comentarios tan personales, profundos y bien escritos que me hicieron recordar tiempos prehistóricos. A mis sobrinos Amin y Juseph a los que agradezco mucho su admiración por mí.(Ay, hijos míos, no sabéis lo que hacéis). A Marisa, que ha hecho muy bien en seguir el consejo de su padre. (Ya te invitaré a una coca-cola). A Lucy y a Juan, dos excelentes personas y amigos. Lucy, he disfrutado mucho con tu libro. Estoy esperando que escribas otro. A mi sobrina Leyla, que seguro que tiene mucho que decirme. A esa señora o señorita que me llama "Querido jubilado". Qué bien que lo quieran a uno, sobre todo cuando está uno tan raído. Y a todos los que me han leído, gracias. A todos un fuerte abrazo de Juanjo.

lunes, 30 de noviembre de 2009

Distancias

Que conste que a mí la distancia sólo me gusta para resolver ciertos problemas, que dadas sus características, necesitan una visión objetiva del asunto y para eso hay que separarse lo suficiente como para tener la perspectiva adecuada.
Bertolt Brecht utilizó en sus obras dramáticas la técnica del distanciamiento para conseguir del espectador una reflexión lo más objetivamente posible y para eso tenía que distanciarse de los personajes sin implicarse ni identificarse con ninguno de ellos.
La distancia tiene su importancia en nuestra vida, como seres en sí y como personas sociales. Nos distanciamos de nosotros mismos o nos distanciamos de los demás según convenga a nuestra estrategia vital.
La distancia puede ser material o psicológica. El marido que puede vive siempre a una distancia prudente de su suegra, porque bastante tiene con su hija o el hombre que se distancia de sus obligaciones porque eso le supone un estrés que no puede superar.
Está claro que durante nuestras vidas estamos continuamente tomando posiciones de distanciamiento con las personas, con las cosas, con nosotros mismos según la relación que en cada momento tengamos con el otro. Una amistad estrecha se vuelve distante cuando ya no hay afinidad entre los dos. Un matrimonio unido se separa cuando una buena mañana se miran y se notan extraños, porque sentimentalmente están muy distantes. Cierta comida la alejas de tu vista porque ya la has aborrecido.
Hay personas que siempre están distantes. Esa es su defensa. Su escudo. Les da miedo la cercanía. Yo tenía un amigo ( no sé si aún lo será), que ahora se encuentra a millones ( ) de distancia. Es un amigo al que debo mucho, pues me ayudó en esos momentos malos que todos tenemos en la vida. En su relación conmigo siempre mantenía ese protocolo, esa distancia impropia de dos amigos verdaderos. Nunca pude entrar en un círculo que el trazó y que consideraba clausura total. Siempre fuimos amigos. Amigos distantes. Un buen día nos dejó y no me pude despedir de él. Creo que aún seguimos siendo amigos en la distancia lo mismo que lo fuimos en vida.
Entonces, ya sabemos que en esta vida dual todo lo que sube baja, todo lo que está arriba puede caer abajo y todo lo que hoy es cercano mañana les separará un continente.
Yo, como todo el mundo, procuro jugar con las distancias, tanto sean de un signo como de otro. Si me apetece estar solo, distancia. Si me apetece cercanía, fundirme.
Sin embargo, no todo es tan simple como parece. Se puede estar a mil kilómetros y sentirse cercano a alguien o se puede vivir en la misma casa y vivir en dos mundos diferentes y es que las relaciones del hombre con su entorno están llenas de contradicciones. Por ejemplo, ahora mismo me encuentro tan a gusto escribiendo y oyendo música clásica, pero oigo que mi mujer me llama para que me vaya a la cama. ¿Qué hago? ¿Aceptará mi teoría del distanciamiento? Lo sabremos en el siguiente capítulo.


jueves, 26 de noviembre de 2009

Palabras

Sin las palabras no somos nadie. La palabra marca la diferencia. La diferencia con los irracionales, la diferencia con los demás racionales. Dime cómo hablas y te diré cómo eres. La palabra es la radiografía del alma, el análisis de sangre del espíritu, la ecografía del corazón. Amamos con la palabra, odiamos con la palabra y mentimos con la palabra. La palabra es la gran máscara del hombre, diría Fiedrich Nietzsche. Dentro de la palabra se pueden meter mil caras y ninguna ser tuya y todas ser tuyas, a la vez.
Nacemos con el gesto, pero el gesto esconde palabras que aún no se han materializado. La primera palabra "papa" "mama", todo un poema para enmarcar. El hombre aprende palabras por la necesidad de comunicarse que tiene. La palabra es el pensamiento hacia alguien, es el pensamiento hacia uno mismo. Hacia el otro yo. Al final todos somos el otro yo. Decía Antonio Machado que quien habla consigo mismo, espera hablar con Dios un día. Yo pienso que quien habla consigo mismo ya habla con Dios. En el bosque cualquier árbol es bosque. En el océano, cualquier gota es océano. En el desierto cualquier grano de arena es desierto. ¡Dios está tan cerca!
La palabra es esencial para nuestra existencia. Somos lo que somos por la palabra. El hombre es un proyecto proyectado hacia lo demás. No tiene sentido hablar a la nada. La palabra siempre va dirigida a los otros. El monólogo no existe, pues al otro lado está tu otro yo, tu más exigente interlocutor. Hablar confidencialmente con un amigo, susurrar en el juego amoroso, discutir para afianzar mi verdad, predicar a los creyentes y a los ateos, arengar a las masas, enseñar a las gentes, decir verdades como puños, mentir vilmente, traicionar a un amigo, consolar a un hermano. Palabras.
La palabra escrita, la palabra reflexiva o espontánea. La palabra con estilo, medida, rítmica. La palabra, como dardo, hiriente. La palabra dulce, cariñosa, amansadora. La palabra que te acierta, que te guía, que te lleva de la mano. Todo son palabras. Somos palabras.
Yo, nunca dejaré de hablar y quiero que mis palabras sencillas, honestas, cariñosas vuelen hacia los demás para crear puentes, sencillamente porque sin esos puentes, como personas, no somos nadie. Quiero ser predicador, aunque predique en el desierto. Quiero tener siempre un rato para charlar contigo, meterme dentro de ti con mi palabra, ser tuyo con mi palabra, auscultarte con mi palabra. Mi palabra nunca te faltará, porque yo soy un hombre de palabra.


lunes, 23 de noviembre de 2009

Cuentos

Yo, como decía León Felipe, "...no sé muchas cosas,.../ digo tan sólo lo que he visto". Así empieza el, para mí, mejor poema que ha escrito: "Sé todos los cuentos". El cuento es un género que, aunque últimamente tiene lectores adultos, siempre ha estado dirigido a los niños. La mente del niño se adapta perfectamente al cuento: argumento sencillo, pocos personajes y papeles bien definidos. Por esto capta su atención plenamente, vive la acción en primera persona y recibe fielmente el mensaje.
Los dos primeros cuentos, y creo que los únicos, que oí de pequeño fueron "Caperucita Roja" y "El lobo y los siete cabritillos". Me fascinaban y me daban miedo a la vez. Me los contaba mi madre, mientras me arreglaba el embozo de la sábana y yo me dormía con mi ración de miedo metido en el cuerpo. El miedo adormece, pensaría muchos años más tarde.
Después, cuando hemos crecido, nos han seguido contando cuentos. Cuentos de miedo, principalmente. Son idóneos para dulcificar las mente. Una mente apaciguada por el miedo, es apta para la siembra. Y en ella crece la espiga de la sumisión, del adoctrinamiento y de la adoración. Nuestra mente parece estar hecha al miedo, como el Lazarillo al vino. El miedo nos salva de las excentricidades de la mente, que siempre quiere volar, como aquel pajarito que quiso ser paloma y murió de pena porque ya no pudo cantar, pero, sin embargo, te corta las alas de la libertad.
"Y que el miedo del hombre.../ ha inventado todos los cuentos". Así continúa León Felipe versos más adelante. El miedo del hombre y el contador de cuentos. El cuento está hecho para ser contado y para ser escuchado. Por lo tanto intervienen dos partes. Los escuchantes, que ya sabemos quienes son y el mal que padecen y el contador de cuentos del que sabemos poco de él. Pero, pregunto yo, ¿es consciente el contador de cuentos que está contando un cuento? Parece que sí, pues el cuento muy a menudo es utilizado como látigo para arrear al rebaño. Mas, si nos retrotraemos a la infancia observamos, que nuestros padres, primeros contadores de cuentos, no se creían el cuento, simplemente lo utilizaban. ¿Lo utilizarán también los otros contadores de cuentos? ¿Los que nos adormecen las conciencias? ¿Los que te venden la piedra envuelta en papel de celofán? ¿Los que te protegen del bien y del mal?
Ya he dicho que el cuento es un género dirigido a los niños, pero yo ya no soy un niño y, por lo tanto, ya no quiero que me duerman más con cuentos, porque yo, como decía el poeta, sé poco pero, sin embargo, me sé todos los cuentos y de aquí en adelante los cuentos me los contaré yo.


martes, 17 de noviembre de 2009

Lo que somos

Probablemente te habrás preguntado a lo largo de tu vida, especialmente si estás en la tercera fase, por qué soy lo que soy y no otra cosa. O, quizás, también te puedes haber preguntado por qué soy como soy y no de otra manera. Y, finalmente, a lo menor, resumiendo, tal vez te hayas preguntado si nuestras vidas están determinadas en algún sentido para que seamos lo que somos y no otra cosa.
En realidad el verbo ser creo que no lo he utilizado bien, porque en vez de decir soy, pienso que tenía que haber dicho voy siendo, pues nuestras vidas son acumulativas, de tal manera que en ese remolque que llevamos detrás vamos echando todas nuestras experiencias, en sentido amplio, y solamente somos cuando se acaba de ser, que es cuando el presente se hace eternidad pues ya no hay ni pasado ni futuro para ti.
Yo, como ejemplo, soy maestro. ( Aunque ya esté jubilado. El magisterio, en mi opinión, imprime carácter). Podía haber sido ingeniero, cura, panadero o militar. Sin embargo mis pasos me llevaron a ser maestro y no lo otro. ¿Tuve libertad para elegir cualquier otra cosa? A primera vista parece que sí y la verdad que mi vida, como la de otros muchos, no estuvo clara y nítida desde el principio. Hubo dudas, vacilaciones, marcha atrás en otras opciones elegidas. Es decir que podía haber seguido al menos cinco caminos como opción real. Pero no. Fui maestro como producto final y sobre el pasado no hay posibilidad de elección. Ya está hecho.
Dice el gran filósofo existencialista Jean-Paul Sartre una frase única que le oí el otro día al filósofo Jose Pablo Feinmann hablando por la tele: "El hombre es lo que hace con lo que hicieron de él". Qué! ¿Os dais cuenta de la profundad de la frasecita? Viene a cuento de lo que estamos hablando ¿verdad? El hombre, cuando viene a este mundo, no encuentra un mundo por hacer en su totalidad. Ya hay una cultura,una historia, una lengua, una moral y tantas otras cosas. Todo esto lo tiene que aprender el individuo, lo tiene que asimilar para que sea aceptado y reconocido en el rebaño en que le ha tocado vivir. Y cuando todo esto ya está dentro de la persona ¿qué? Pues que cada día de su existencia tendrá que ir haciendo elecciones para configurar su conglomerado vital y ese conglomerado, sin duda, estará condicionado por "con lo que hicieron de él".
Y todo esto ¿ a qué viene ? Pues viene a contestar a esas preguntas que me hacía al principio y que seguramente vosotros también os habréis hecho a lo largo de vuestra vida. Lo que somos, lo somos en gran parte condicionados por las diversas circunstancias que había cuando yo nací y donde yo nací y en el seno de la familia en la que yo nací. Hicimos de nuestras vidas lo que pudimos, dadas las condiciones de todo tipo en las que nos desarrollamos. Y por lo tanto no te culpes si no pudiste ser otra cosa, porque en el juego de la vida, seguro que alguien mueve los hilos y tú, mientras tanto, pensando que eres un inútil. Pues muy bien, yo, aunque atado de un hilo me dejaré llevar y en ese vaivén del teatro de marionetas me meceré feliz pensando que al otro lado del hilo alguien sabrá lo que está haciendo.

jueves, 12 de noviembre de 2009

Dependencias

Siento ahora mismo que toda mi vida he sido dependiente. Pero me recuerdo igualmente luchando siempre por mi independencia. ¿Lo logré en alguna ocasión? ¿ Me sentí alguna vez realmente libre? Recuerdo que una vez en mi vida tuve la oportunidad de serlo. Por lo menos eso creo, pero la aborté para caer en manos de esa madre que espera a niños descarriados. El hombre es un niño grande siempre necesitado de amor y protección. Algunos lo disimulan con marranadas de niño mayor, pero sólo son estupideces de los que aún no han llegado a conocerse.
La dependencia sale de la necesidad, pero no tardará en convertirsse en lastre sicológico. Dejar de mamar, abandonar el chupete, decir adios al nido familiar para ir al colegio son crueldades muy tempranas que nos marcarán.
Otras clases de dependencias se irán forjando durante la juventud. La droga, llámese como se llame , es la madre de todas ellas. La droga es la negación de la realidad. Es la superación del yo por medio de la química y del no esfuerzo. Es la transmutación del ser por alucinógenos que nos llevan a viajes de no retorno. Santa Teresa conseguía idénticos resultados por medio de la oración y el laboro. ¡Qué tiempos!
Después de todo esto nos casamos o nos juntamos o nos relacionamos o lo que sea...el caso es que solo, solo, nadie vive. Entonces viene la gran dependencia. Si te casas ya se encarga la iglesia de asegurarse que el hombre no sea un ser errante (o sea libre) y va y le dice:" Desde aquí en adelante formaréis un solo ser" . De un plumazo te quedas sin ser, sin persona y sin libertad. Esta es la letra, pero después es real. Si no te casas y te juntas, ya se encarga tu pareja (después de la luna de miel, claro está) de ponerte los puntos sobre las íes, cosa equivalente a casarse por la iglesia. Desde luego los caminos del Señor son inescrutables.
Cuando ya me queda poco para entregar la cuchara (como dicen en mi pueblo) noto que me salen alas, y yo digo: "Esto es que ya podré volar" . Se nota uno con ansias, con ganas, con derechos ganados en el tajo durante años de esfuerzo, pero entonces vienen los hijos que ya volaron y aterrizan en tu tejado y tu ya no puedes volar. Y tú vas y te quedas sin ganas, sin fuerzas, con cara de resignación. Te quedas como buey unido a tu destino por el yugo de la vida que dice que aún no puedes se libre. Pero tú ya casi no puedes andar, y caminas despacio con la mirada lamiendo el camino, contando los pasos que quedan para llegar a esa línea que se aleja en la misma proporción en la que tú avanzas. Todo es pura utopia y entonces comprendes lúcidamente que el mañana nunca existió. Y cuando al final de todo esto pronuncias tu particular HÁGASE, solo te queda expirar.
Y es que pienso, a veces, que la libertad no es cosa de humanos.

miércoles, 11 de noviembre de 2009

Encuentros

Los encuentros nunca son simple encuentros. Vienen acompañados de épocas o de momentos vividos con amargura y que al regurgitarlos tienen un cierto sabor a hiel. Otras veces, sin embargo, nos traen a la memoria mejores sabores, pero eran sabores de antaño, que hoy, como mucho, saben a insípidos, porque el tiempo todo lo desvía de su camino. A éstos, a veces, los esperas, los anhelas con entusiasmo y cuando ocurre te quedas frío porque eso no es lo esperado. Y es que la vida sigue dos caminos, el real y el que nosotros nos montamos en nuestra cabecita. Pero cuan do juntas esos dos caminos, preferirías que no se hubieran juntado, porque antes, al menos, vivías ilusionado en el recuerdo.
Los encuentros también pueden ser fortuitos. Chocan como el rayo contra la tierra formando un gran estruendo. Fugaces, fuegos fatuos, noches de verano. Nada queda de ellos y generalmente duermen en el olvido.
Encuentros progresivos. No de un día. De años. De toda la vida. Con sus heridas formando besanas de sangre reseca y sus florecillas que por costumbre renacen tímidas cada primavera.
Encuentros que dan miedo, que aterrorizan, que te muestran lo peor del ser humano. Ojos que suplican lo que el verdugo disfruta, vivir.
Encuentros de armonía infinita, la música.Restañadora de heridas, dormidera de la amargura, transformadora de la mirada. Maná celestial.
Encuentros conmigo mismo, el gran desconocido. Siempre jugando al esconder. Nunca me encuentro. Me suplico y no me digno; me hablo y no me escucho; me alabo y me envanezco. Siempre detrás de mí. Cuando era niño, no sabía; cuando adulto, quería ser otra cosa; ahora que soy mayor, me salen efervescencias de la juventud. Siempre corro detrás de mí y aún espero.
Y esperando llegaré a la dimensión soñada: el encuentro total. Entonces la masa se hará al molde como el agua al vaso y yo, feliz, dormiré en el regazo de mi propia historia, urna de piedra y eternidad.

jueves, 5 de noviembre de 2009

Abrazos anónimos

Hoy, queridos amigos, no tenía ganas de escribir, pero es que me ha ocurrido algo que me quema y quiero contarlo. Resulta que desde que me jubilé dedico un día a la semana a hacer turismo, principalmente por Barcelona y alrededores. Me he comprado una guía y allá que cojo mi macuto... y a gastar zapatillas por los barrios antiguos de la ciudad.
Yo no puedo decir como Cervantes "La del alba sería...", pues ya hace tiempo que no respiro el aire quieto del amanecer. A eso de las diez me monto en mi tren de cercanías y en veinte minutos me planto en la plaza de Cataluña. Esta plaza siempre parece una fiesta. Vengas a la hora que vengas está llena de palomas y de halcones, que si te descuidas te limpian la cartera. Como hoy tocaba ver la catedral y parte del Barrio Gótico, pues enfilo por la Puerta del Ángel, que es el camino más corto. Apenas había entrado en la amplia calle, abarrotada ya a esas horas, y haciendo eses debido al gentío, de pronto me tropiezo con una especie de corro que había en un lateral de la calle. Yo pensé que se trataba de algún virtuoso del violín y a mí eso me gusta, y siempre me paro. Pero no. No era ni un violinista amateur, ni un malabarista, ni una estatua viviente. No. Simplemente era que unos chicos repartían abrazos a la gente, gratis. Pero no creáis que eran abrazos de pitiminí. Nada de eso. Era un abrazo sentío, largo y puro. A mí me entusiasmó la naturalidad con la que aquellos chicos se abrazaban a las personas. Por lo visto se trataba de dar amor y efectivamente lo hacían sin reparos racistas. Ahí entraban negros, asiáticos, viejos, gordos, niños y toda la marabunda que a esas horas circula por las arterias vitales de Barcelona. Por cierto, una chica le dio un abrazo a un cincuentón con tanto entusiasmo, que en la acción mandó al suelo la peluca del afortunado. Todos nos partíamos el culo de risa, ya que la escena era un tanto ridícula.
Bueno, ya llevaba un ratito viendo cómo el amor fluía en ese corro que, espontáneamente se había formado, que, viendo que se me hacía tarde, decidí reanudar mi camino, sin dejar de prometerme volver la próxima semana, para ver si alguien se acordaba de este necesitado de amor.
Sólo había hecho el ademán de girarme, cuando veo que una chica, que me sacaba una cuarta viene hacia mí y me dice: "Señor,¿ le gustaría darme un abrazo? Mira, yo creo que se me paró el corazón. No salí corriendo porque creo que entré en estado de shok y las piernas se me paralizaron. La chica me tiraba tibiamente del jersey hacia el interior del corro. Como la retirada era, ya, imposible, saqué fuerzas de esas que uno tiene siempre de reservas para ocasiones delicadas y me lancé a sus brazos. Instintivamente cerré los ojos y me extrañé que lo hiciera. En un flas de pensamiento me acordé de haberlo hecho en otras ocasiones de las llamadas especiales. Mi cabeza quedó acomodada por encima del pecho izquierdo, entre la clavícula y el hombro. Recuerdo que el jersey era de una lana exquisita y eso me pareció entrañable. Entonces, me pareció inapropiado tener los ojos cerrados y los abrí lentamente. ¡Madre mía, lo que vi!. Más vale que hubiera seguido con los ojos cerrados. Como a medio palmo de mi nariz, emergían dos generosas tetas (perdonad la claridad) al parecer amigas. Tan naturales, tan jóvenes, tan cercanas, apareciendo en un lugar tan inapropiado. Entonces pensé en lo que siempre me dice un tío de mi mujer, que tiene dos infartos y ochenta años a cuestas: " Juanjo, ¡qué pronto he nacido!"La situación se me iba haciendo interminable y yo quieto como un mástil. La situación, para mí, era insostenible. De pronto veo que esa diosa del amor anónimo, retira su cabeza y mirándome con ojos de inmenso afecto, me dice: "¿Te ha gustado? ¿ Te has sentido relajado? ¿Sí? Pues hazlo tú con otras personas. Puedes empezar con tus amigos y después gente desconocida. Estamos muy necesitados de amor. "Eso lo ves tú muy fácil", pensé yo para mis adentros. "Explícaselo tú a mi mujer, guapa. "
Medio recuperado del atracón de amor espontáneo, me salí a trompicones del corro . Ya no me acordaba de la visita turística ni de nada. Para mí ya había visto la catedral, el Barrio Gótico y la Plaça del Pi. Bajaba algo atolondrado hacia la Plaza de la Catedral, cuando de pronto me acordé de la chica y giré la cabeza antes de girar la esquina. La vi abrazada a un chico alto y más joven que ella. Sentí un pequeño ahogo en la garganta y pensé: "Juanjo, no tienes remedio". Yo no había aprendido nada y es que como dice mi amigo-tío, es que yo también he nacido demasiado pronto.
Después de todo esto, decidí que la gira se había terminado. Repentinamente sentí hambre, me metí en un restaurante vasco y me apreté un par de bocadillitos y una cerveza. Con las mismas y como más acomodado dentro de mí, volví a coger el tren y me fui para casa. Todo el día anduve algo tocado y con los ojos medio entornados. Cuando llegó la hora de acostarme, cerré la luz y me abracé placenteramente a la almohada rodeándola con mis brazos. Así estuve un largo rato, esperando que se produjera el milagro de una metamorfosis que nunca llegó. Buenas noches a todos y a todas.

martes, 3 de noviembre de 2009

El valor de lo irrepetible

Hace como un par de horas, yo me encontraba solo en casa. Mi mujer se había ido a ver a su madre. Mi hijo, en la universidad y yo, haciendo una tortilla de patatas. He hecho en mi vida muchas tortillas de patatas, pero cada una de ellas es única. Como siempre, he puesto primero el aceite, después, la patata y a continuación, mi amoroso trabajo. Sin embargo, para mí ha sido un hecho irrepetible. No han sido las mismas patatas, ni el mismo aceite, ni los mismos meneos. Mientras se iba haciendo yo pensaba en lo que iba a escribir esta noche, escuchaba música, me sentía relajado. Trataba de ser consciente de cómo se iba fraguando la tortilla, de la alegría que le daría a los míos y del buen rato que íbamos a pasar mientras la comíamos. Por un momento pensé que un hecho tan irrelevante como hacer una tortilla se estaba convirtiendo en algo especial, precisamente, porque yo lo había decidido así. Se había convertido en un hecho irrepetible con una valor adquirido, el de ser consciente que esto no volvería a suceder en mi vida por muchos años que viviera.
Es fácil comprender que todo lo que hacemos es irrepetible, ya que somos mortales y de ahí su valor. Si fuéramos inmortales... Si fuéramos inmortales... La verdad es que no sé qué pasaría si fuéramos inmortales, pues ese concepto no cabe en mi cabeza. No soy capaz de comprender algo que no tenga fin. Mi cerebro no está diseñado para eso. ¡Que lo expliquen los dioses, por favor!
El ser humano se aflige porque sabe que un día tiene que morir. Si es que lo sabe, porque a veces vivimos, inconscientes, como si fuéramos dioses inmortales. Pero los que de vez en cuando lo pensamos o los que lo pensamos todos los días y a todas las horas, que los hay, y además nos angustia sólamente el hecho de pensarlo, os digo, que el hombre tiene que tomar conciencia de lo que es, que es un ser finito. Que como ser finito las cosas toman el valor de irrepetibles. Que ese valor sólamente lo tienen nuestras acciones. No la tienen ni los animales, por no ser conscientes, ni los dioses por ser inmortales. Cuando, después de darle muchas vueltas a la cosa, te convences de lo que eres, no aspiras a más de lo que eres, te identificas con lo que eres y llevas el equipaje adecuado para recorrer ese camino, entonces, como que tu alma se aquieta y se remansa y ya no pide más. A esto normalmente se le llama paz.
Una vez que esto se ha asimilado , la vida toma otro significado. No haría falta que te salvaras de una grave enfermedad para que miraras al mundo con unos nuevos ojos, porque ese milagro ya se dio en tu interior. El simple hecho de tomar conciencia de lo que uno es, lo salva a uno, a la vez, de la idiotez y del endiosamiento. Ser más humano es simplemente ser más consciente de lo que uno es y en consecuencia actuar como tal. Después de todo esto, morir quizás sea una buena solución para librarse del infinito mundo de la inmortalidad.
Cuando mañana te lavantes y saludes a ese que está detrás del espejo, piensa que todo lo que vas a hacer en ese día será único e irrepetible, precisamente porque ese ser que lo está pensando lo ha decidido así. Probablemete no tocarán las campanas de tu iglesia por haber tenido semejante pensamiento, pero te aseguro que dentro de tu corazón habrá un gran jolgorio, porque ya nada te será desconocido y tu vida estará llena de cosas con sentido.

jueves, 29 de octubre de 2009

La mujer virtual

Yo no voy a caer en el error, queridos amigos y amigas, de pensar que los jóvenes de antes éramos mejores que los de hoy. Esto no cae bajo el paragüas de la ética sino de las circunstancias. Ya lo dijo Ortega "Yo soy yo y mis circunstancias". Y las circunstancias dicen que somos distintos, precisamente porque las circunstancias son diferentes. Hoy voy a escribir sobre un aspecto de la juventud que me ha llamado la atención: la vivencia de la realidad lo mas objetivamente posible.
Hace ya algún tiempo, cuando a mi hijo se le estaba despuntando el tupé del deseo, va y me hace la siguiente pregunta: Papá, ¿por qué las mujeres de la calle no son iguales que las mujeres de la tele? Yo, al principio me quedé muy sorprendido. Nunca me había parado a pensar en esa diferencia, pero cuando la consideré y te aseguro que la estuve considerando durante algunos días después, los distingos fueron saliendo a pares. Lo primero que pensé fue en el olor. Entonces me acordé de la película "Esencia de mujer" (Qué gran película).En ella Al Pacino, ciego en su papel, sabía perfectamente cuándo una señora merodeaba por sus alrededores, sólo por el olor que desprendía.(Olor natural se entiende). ¿Alguien ha olido a un hombre o a una mujer en la tele? La gente en general, antes de aparecer en la pequeña pantalla, ya han recibido unas manos de pintura. Eso añadido al realce que la cámara proporciona en sí, da un resultado multiplicador de la belleza, que no dice nada de la realidad de la calle. Los diseñadores de caras y de peinados tienden a hacer un patrón universal. Casi todas el mismo peinado,casi todas los mismos rasgos. A eso se le podía llamar la globalización del gesto. Podría seguir hablando de ese mundo medio virtual que proporciona una imagen, sobre todo a los chicos que se están formando, muy distinto a lo que es el mundo real.
Después de varios días considerando el tema, entendí que mi hijo me hiciera semejante pregunta. Recuerdo de mis años jóvenes, sobre todo los olores. Las cuadras, las zahurdas, la paja húmeda sobre el campo, el sudor de un hombre después de todo un día de siega, el olor de una mujer recién lavada y con unas gotas de Mirurgia, el del incienso en la casa de Dios y sobre todo el olor a prohibido que me acompañó durante toda la juventud, que no fue menos olor por ser más cosa afectiva. Nosotros vivíamos más según los ritmos de la naturaleza. Éramos depredadores, autosuficientes en la construcción de juegos, devoradores de calle. Estábamos sometidos a pocas leyes, pero inflexibles. Nuestros padres practicaban con nosotros la pedagogia de Moisés: con una mano te abrazo y con la otra te arreo. No había odios. Todo era entendible. El mundo era más sencillo. Estábamos preparados para el mundo real. Cuando tuve que seguir el rastro de una mujer, todo encajó y mis sentidos todo lo entendieron.
Hoy mi hijo puede ser que esté desconcertado. Él busca a su chica y no sabe qué criterio seguir. Si se guía por el olor, pudiera ser que esa que a él le gusta le haya abandonado su desodorante. Las chicas de la tele no huelen. Si se espera a que hable, lo mismo suelta una ristra de tacos, capaces de desvirgar los tiernos oídos de mi niño. Si se muestra tierno y poeta, igual le llaman amanerado. En fín, que se ha dado un topetazo con la realidad real. Y ahí lo tienes suspirando por su chica de la tele. Ahora me estoy acordado de Don Quijote cuando mandó a Sancho con mensajes para su Dulcinea y se encontró con Aldonza Lorenzo, moza de pueblo, ruda y basta. Qué decepción se llevó el insigne y escuálido caballero andante. Su Dulcinea era un producto de la tele, qué digo, de su imaginación, que era la tele de los caballeros andantes.
Hoy a muchos chicos ( y grandes) que se pasan muchas horas al dia hipnotizados, les vendría bien darse unos baños de realidad no vaya a ser que a la hora de buscar chica encuentren a una Aldonza Lorenzo donde creían que había una Dulcinea.

lunes, 26 de octubre de 2009

Ganarse la vida

Desde que nos dieron la gran patada y nos lanzaron al gran escenario del mundo no paramos de ganarnos la vida. Unos se la ganan acumulando dinero y otros atesorando experiencias. La ventaja que tiene la segunda sobre la primera es que no te la puede robar ningún ladrón y el placer de la vida vivida es el placer del verdadero sentido de la vida.
A Borges, ciego y lúcido a la vez, se le ocurrió escribir un bello poema cuyo título decía :"Si volviera a vivir ". Más o menos decía así: cometería menos errores, sería más tonto, para no ser tan consciente, me volvería menos higiénico, me tomaría más riesgos, subiría más montañas, andaría descalzo, para tener un mejor conocimiento de la tierra. Pero, ( y ahí viene la gran decepción) nada de esto podré hacer porque ya tengo 85 años y me estoy muriendo.
Esto escribió Borges cuando sus días estaban contados. Como escritor tenía un gran tesoro acumulado, como hombre se dio cuenta que había perdido la vida.
Ganarse la vida cada día. Prestar atención.Ser consciente. Pararse a pensar, a mirar, a sentir, a oir, a oler, a sentirte unido a todo. Tal vez tú seas el alma de todo lo que ves y de todo lo que pisas, porque tú eres el que le pones nombre a las cosas, tú eres el que modelas la piedra y aras los campos, siembras la semilla, la recoges y la repartes a los que esperan el pan... ¿o no?
Ganarse la vida en un sorbo de aire, con una lágrima compartida, con una mano que da, con un beso y un sentarte junto a él en el gran diálogo del silencio.
Mil maneras de ganarse la vida. Que no se te ocurra llegar a los 85 y sientas que la vida se te ha escapado por las rendijas de la avaricia. Acapara camino e imprime en tu alma vida, en forma de río, arbol, piedra, aire y lluvia. Saca tu alma a pasear por los senderos o por las pocilgas de otras almas sólo para saber que la vida tiene mil formas. Pisa descalzo la húmeda hierba, los riscos y el enigmático bosque para que sientas la piel que un día te envolverá para siempre.
Ganarse la vida no es ganar nada. Es perderlo todo para sentir, entonces, que todo es tuyo.

viernes, 23 de octubre de 2009

El banc del si no fos

El banc del si no fos (El banco del si no fuera) es el banco donde se sentaba el bisabuelo de mi hija en el Parque de los mártires, en Reus. Mi hija Anna, a su bisabuelo, le llamaba l'avi del bastó (el abuelo del bastón). Le llamaba así porque llevaba un bastón que más que de apoyo le servía de adorno, pues siempre lo llevaba colgando. Era un hombre del siglo XIX, pues cuando mi hija ya tenía entendimiento, él rondaba los noventa y tantos. En todas sus acciones se le notaba una gran vitalidad. No tenía nunca prisa (por eso murió a los cien años) y se tomaba la vida con cierta relatividad. Cuando moría algún vecino más joven que él decía "es que ja era molt gran" y se quedaba tan tranquilo. Toda su vida se la pasó perdido en la sierra de Prades haciendo carbón, que en las noches de luna llena transportaba él sólo a Reus en una mula, a través de una peligrosa sierra, para cambiarlo por comida. Cuando ya no sirvió para otra cosa aterrizó en la civilización, no sabemos si para bien o para mal.
A l'avi del bastó lo encontrábamos siempre sentado en el mismo banco con sus compinches. Hablaban poco o no hablaban. A esta edad está todo dicho y las palabras como que tiritan cuando les da el aire. Sentados, apoyan el bastón en el suelo y entornando los ojos, dejan la mirada vagar en linea recta hasta que esa distancia infinita tropieza con alguien que les saca del sopor del recuerdo.
Cuando salía con mi hija a pasear, siempre me pedía ir a ver a l'avi del bastó. El siempre tenía alguna historia que contarle, cosa que a Anna le gustaba mucho pues el hombre lo hacía con una cierta pedagogía, a pesar de no haber ido a la escuela en su vida. Cierto día nos estaba contando que todas las cosas tenían su sombre, cuando se le ocurre decirnos si sabíamos cómo se llamaba el banco donde se sentaba él con sus amiguetes. Nosotros no pensábamos que ese banco precisamente tuviera un nombre que le diferenciara del resto de los bancos del parque. "Pues sí que lo tiene, y se llama el banc del si no fos"- nos dijo con cierto énfasis. Y se llama así precisamente porque cuando pasan las chicas jóvenes o las señoras de buen ver todos decimos " Si no fos per qué tinc vuitanta anys" (si no fuera porque tengo ochenta años...) y por eso este banco de los viejos se llama el banc del si no fos.
Yo, siempre que paso por esos bancos que sirven de peana a los ancianos, me acuerdo del banco del bisabuelo de mi hija y me da mucha lástima de la impotencia en la que nos sume la naturaleza en los últimos años de nuestra vida. Digo yo que si Dios cuando programó la vejez en el hombre le hubiera costado mucho revestir la agil mirada de los viejos de cierta sexualidad para así dar algo de vida a lo que sólo es antesala de la muerte.

jueves, 22 de octubre de 2009

Gobernados

Hoy vamos a crear una utopia. La humanidad en sí es una pura utopía. La Historia se ha fabricado a base de utopías y yo, quiero aportar mi particular visión de las cosas.
Parto de la base que, desde el punto de vista político, somos demasiado cómodos. Como demócratas nos dedicamos a ir a votar cada cierto tiempo y con eso creemos que está todo solucionado. Los resultados están a la vista. No voy a enumerarlos. Que cada uno juzgue.
Desde que los griegos acuñaron la palabra democracia ha pasado mucho tiempo, ha habido muchos gobiernos de todos los colores y a la palabra democracia en la mayor parte de los casos no se le ha hecho justicia. El caso es que aún no he visto yo ninguna sociedad en la que el pueblo sea el verdadero dueño de su destino. Nosotros votamos a unos señores para que nos representen ante un parlamento, para que legislen unas normas para nuestra convivencia y sobre todo para que sean un ejemplo donde nos miremos todos. ¿Es esto así? No,rotundamente no. Nos engañan. No cumplen lo que prometen, pierden la energía en luchas fratricidas entre partidos y además se corrompen. Y nosotros, mientras tanto,dando puñetazos al cielo, como si el cielo nos enviara el maná de cada día.
Se me ha ocurrido echar un vistazo a la historia antes de escribir estas líneas y he observado que en todos los supuestos políticos, una vez llevados a la prática, han tenido el mismo fallo. Tomemos como ejemplo a Calos Marx. Ideó una sociedad igualitaria. Abolió el capitalismo y propugnó una sociedad donde las desigualdades desaparecerían. Hasta ahí muy bien. La utopía era perfecta, sobre el papel. Una vez que se llevó a cabo, todos sabemos lo que pasó. Unos cuantos señores formaron una casta dominante y gobernaron al pueblo de una forma despótica, que era lo mismo que querían desterrar. Los mismo que pasó con la utopía de Marx, ha pasado con tantas otras formas de gobierno sean del signo que sean. En todas pasa lo mismo, unos cuantos se apoderan del poder y de corderos pasan a lobos una vez que han sido bendecidos con el oleo del pueblo. Cuando llegan a este estadio, ya no se acuerdan del pueblo, ni de lo que le prometieron. Se encuentran tan arriba que no nos ven hasta que pasen otros cuatro años y tengan la oportunidad de volver a jugar con nosotros.
Yo propongo, que ya que estamos en un país donde podemos hacer una tortilla de patatas sin huevo y y vivir en un reino sin rey (que nos gobierne) y (lo más milagroso), al parecer funciona, hagamos una clase política con las alas cortadas para que no vuelen tan alto, para que el dinero no se les pegue a las plumas y para, al no poder elevarse sobre nosotros, se sientan todo el tiempo parte del pueblo, igual que cuando empezaron. Yo propongo nuevamente, que ya que estamos en la era de la tecnología, que el pueblo vote cómodamente desde sus casas tantas veces como sea necesario o le dé la gana, para que el protagoniso sea suyo y no de la clase política, para que así no nos sintamos gobernados sino gobernantes. Hay que quitar poder a los políticos y dárselo realmente al pueblo. Que entre el pueblo y el pueblo no haya intermediarios en las cosas fundamentales, de la misma manera que yo cuando rezo a Dios no quiero que nadie me diga cómo tengo que rezar. (Los detalles los dejo para motra ocasión).

domingo, 18 de octubre de 2009

Los amores guardados

Todos hemos tenido en nuestra vida algún amor. ¿ Que hay alguien que no ha tenido? No me lo quiero creer. De todas maneras yo hablo para los sufrientes. Los que hemos disfrutado los dardos de Cupido y las miserias de la más grande de las soledades, la soledad de amor. Nos hemos arrastrado por las noches enormes como desiertos sin encontrar consuelo, hemos pagado una fortuna por un oído amigo donde vomitar toda nuestra rabia, hemos deambulado por la ciudad, fantasma yo ya del amor.
Pero no todos los amores pasados son iguales, aunque todos son nuestros. Son como nuestro ser por etapas. ¿Ya cicatrizaron todos? Sí, algunos no necesitaron cicatrizar, pues cayeron como fruta madura. Nacieron, vivieron y descansan en paz. Estos viven en el limbo de la indiferencia. Otros tuvieron tan poca entidad o tan poca intensidad, que llamarle amores parece excesivo. Sin embargo, hay unos terceros, a los que me quiero referir especialmente, que por sus características merecen la pena ser guardados.
Estos amores, sin importar demasiado el tiempo que duraron, tuvieron una intensidad tal que dejaron el corazón dañado de por vida. Están ahí y no se van. No se van porque no queremos que se vayan. No se van porque la herida no cicatrizó. Porque el dolor tan grande que sentimos, se ha ido convirtiendo poco a poco en un dulce dolor. No se van porque un gran amor no terminado es un amor eterno, un amor hasta la muerte.
A estos amores, yo les llamo los amores guardados. Los llevamos como a un hijo muerto en nuestro vientre, amasando día a día la esperanza de un milagro que nunca llega. De vez en cuando les das vida en los traicioneros sueños. Traicioneros porque el alba los vuelve al rinconcito del recuerdo, esperando que el inconstante azar te premie con vivir otra vez en los brazos de Morfeo. Los arrastras por la vida como Juana arrastraba por los campos de Castilla el ataud de su marido. Como si cambiando de aires cambiaras de fortuna. Sin embargo, estos amores, aunque ya sean cadáveres, nunca huelen y no huelen porque son puro espíritu. Los hemos desnudado de sus carnes y son sencillamente nuestra alma. Nuestra alma hecha jirones, pero nuestra alma al fin.

sábado, 17 de octubre de 2009

A quien corresponda

Una amiga del Caribe y exiliada de Tetuán me hace un comentario que me ha desestabilizado un poco. Oye, yo no sabía que esto que yo escribía llegaba tan lejos. ¿ De verdad que estás en el Caribe? Pues qué lejos ¿no?. Mira, si me lo hubieses dicho antes te hubiese recomendado mi pueblo. Allí tenemos nuestro especial Caribe. Cuando yo era niño, vivía en un cortijo en´un pueblo de Jaén. Por allí pasaba un río que no llevaba agua ( no sé entonces por qué se llama río). Todavía pasa y se llama el Salaillo. Al lado de ese río había un pozo sin brocal, ancho y de fácil accesibiliadad. Hincándote de rodillas podías beber agua de él. Era como un oasis. Era un oasis. Allí bebían nuestros mulos, allí bebíamos nosotros, también lo hacían los pájaros y todo bicho que tuviera la costumbre de beber agua. Sin embargo, el recuerdo más entrañable que yo tenía de nuestro particular oasis era que nos servía de playa. Mi amigo Rafael Colmenero y yo nos íbamos de incógnito ( esto no tenía el beneplácito de mis padres, como es lógico) , nos atábamos una soga alrededor de la cintura y la otra punta la fijábamos en una estaca. Una vez asegurados, nos zambullíamos tantas veces como queríamos. A esto le llamábamos "El Caribe del Donadío". (Nota: El pozo ya no existe y el cortijo parece que ha sido bombardeado. Más vale que no vengas).
Sobre las preguntas que me haces...no sé que decirte, porque eso es difícil. Mira, yo con la edad he aprendido que simplificar las cosas me va bien. Sobre la verdad yo te diría que no te preocupes por saber cuando algo es verdad o no lo es. Yo pienso que la verdad no existe. Cuando algo es evidente, es evidente y basta, pero esto no tiene que ver nada con la verdad. La verdad, como algo objetivo que flota entre tú y yo (como no sea un sentimiento) yo creo que no existe. La verdad en tu boca o en la mía, tampoco es la verdad, es mi verdad o es tu verdad. Las palabras son engañosas. Ya lo decía Nietzsche."La palabra es la gran máscara del hombre". Ahí se puede esconder todo. Así es que ya lo ves, no sólo está contaminado el planeta, nosotros estamos mil veces más contaminados. Yo pienso que tú misma te has dado la respuesta: Tú misma eres tu verdad y esto si no te engañas a ti misma, que todo puede ser. ¿Verdad ( )?
Bueno, amiga, no se te ocurra otra vez perder una amor, porque se queda uno hecho un guiñapo y no lo conoce a uno ni la madre que lo parió. Es peor que pasar la gripe. Bueno, piensa que a lo mejor no merecía la pena.
Que vuelvas a escribir, pues tus comentarios me estimulan mucho. El principal motivo de esto es conocer a gentes que aún no sean perfectas, ni sabias del todo. Hasta pronto. Juanjo.

jueves, 15 de octubre de 2009

So in love

¿Sabías que el mundo se hizo bajo los efectos del amor? Sí, el amor hizo el universo y el odio lo destruye. Dios es amor.O mejor, el amor es Dios. Todo lo que hay en los mundos baila al ritmo del amor. Por amor se unen, por amor progresan todas las cosas. El amor es la fuerza, la energía, la madre donde se engendra todo lo que es. ¿ O de dónde crees que has salido tú y todo lo que te rodea?
El amor es dar y recibir (no nos engañemos). Los átomos dan y al recibir fuman la pipa de la paz ( que es otra forma del amor).El perro mueve la cola sólo con que se sienta protegido por su dueño. Quevedo quería ser polvo enamorado mas allá de esta vida. Imaginaros cómo se sentía de agradecido. Dar y recibir. Dar sólo no es amor, es decepción, ansiedad, desfallecimiento. Nisiquiera es amor propio.(Que es una forma viciosa del amor). El ser humano tiende, como todo en la vida, a ser completado y esa plenitud sólo la consigue rellenando con amor.
¿Hoy te has levantado con el belfo caído, los ojos tristes y el horizonte gris? Es que hoy no estás en el amor. (So in love). ¿Enamorado de quién? Enamorado de la vida. De lo que hiciste y de lo que vas a hacer. Sintiéndote lleno con la obra hecha. La misma que te dará impulso para la obra que queda por hacer. Porque tú tienes tu tiempo y en ese tiempo has de escribir tu obra. Un tiempo que sólo lo vas a utilizar tú. ¿Querrás
que ese tiempo quede vacío para toda la eternidad? No quieras volver la vista para atrás y ver un campo yermo,vacío, donde no ha reinado el amor.
Sentirse enamorado también es sentir la tensión del vacío. De ese vacío que espera llenarse con lo que se encuentre a su paso. El aire que me envuelve, la flor que me da su aroma, el sol que me calienta, el agua que me da la vida, ese ser que vive a no se cuantos metros de mí y que desde toda una eternidad viene flechado a mi encuentro...para beber en mí. ¡Que nadie encuentre tu pozo seco!. El arbol te espera, el pájaro te espera... y en ese encuentro creamos nuevos mundos en la infinita ruleta de la vida. No demos nunca opción al odio, porque siempre está acechando.
Sentirse enamorado. Sentirse en el aamor. So in love.

Nota del autor.- Sería interesante que a la vez que lees este artículo, oyeras la canción de Lara Fabíán (So in love) que pu
edes encontrar en Youtube.com. Gracias amigos y hasta pronto.

miércoles, 14 de octubre de 2009

Ágora

Este último fin de semana fui al cine a ver "Ágora". La película me ha gustado mucho, muchísimo. Ya sé que ha tenido algunas críticas, pero afectan principalmente a la forma y a mí lo que más me interesa es el fondo, el mensaje. Tengo una especial predilección por las películas de la Edad Antigua o de la Edad Media. Me atraen especialmente y bien bien no lo sé por qué. Quizás el mundo entonces era más nuevo, mas primitivo. Tal vez la humanidad tenía el encanto del niño que empieza a decir sus primeras palabras o el misterio, que envuelve todo lo desconocido, dispara mi imaginación aún infantil.
La película, todos lo sabéis, es un grito contra el fundamentalismo. Hipatia de Alejandría nació en el siglo IV después de Cristo, pero igualmente podría haber nacido en nuestros tiempos y su forma de pensar, su actitud ante la vida en absoluto hubiera desentonado hoy. Hipatia es una mujer de todos los tiempos y de todos los lugares. Es universal.
El fundamentalismo es la forma más feroz de atacar la libertad. Además de ser la forma más violenta. Se trata de imponerte mi verdad a ti, porque yo tengo el profundo convencimiento de que mi verdad es la única y no me conformo sólo con saberlo, sino que quiero que tú también recibas esa verdad. Que esa verdad suplante a la tuya y que tú nunca más vuelvas a tener otra verdad que la que yo te he impuesto. Y para que conste que esto va a ser así, te perseguiré, te castigaré y te daré la muerte si fuera necesario.
Todo esto ha pasado en este mundo desde que el hombre se dio cuenta que él podía domesticar a otros hombres. Él, líder del rebaño, lo conduciría de ac uerdo a su voluntad, si conseguía meter su verdad, su doctrina, en la mente gregaria de muchos otros hombres. Y si a esa doctrina se le ponen unos ingredientes sobrenaturales, de esos que escapan a la mente humana, de esos que dan miedo, entonces, la manada es tuya y puedes hacerla ir desbocada para que arrase al enemigo que está ahí enfrente y que su único delito ha sido escribir su verdad y ponerla a la misma altura de la tuya.
Hipatia era una flor en un campo de espinos. Pensaba con pensamiento propio y no se sometía. Tenía la fragilidad del junco y la fortaleza del que se sabe persona, ser único e irrepetible, con capacidad para pensar y decidir. Libre para elegir, libre para asociarse, libre para la crítica. Hipatia (como si fuera ayer) fue desgajada de la vida por la masa, esa masa que ya recibió el veneno de la verdad dogmática, porque a la masa ya le quitaron la capacidad de decidir.
Hipatia, como si fueras de ayer, como si fueras mi hermana, no sabes cuánto me has enseñado, ahora que cree uno que lo sabia casi todo.

domingo, 11 de octubre de 2009

Auténticos

Ya sabéis, sobre todo los que me conocéis, que en muchos aspectos de mi vida he sido un desastre: mal estudiante, poca formalidad(esto lo decía mi madre), desordenado... Bueno, para qué vamos a seguir. Sin embargo hay un aspecto de mi personalidad que he cuidado mucho, no sé si durante toda mi vida o desde que he sido algo más consciente. Se trata de la autenticidad. Nunca he querido ser un simple repetidor, un loro, un altavoz. Me ha preocupado mucho que lo que salga de mi boca sea original.
La palabra, el lenguaje que sale de nuestra boca, que es la expresión de lo que somos, de lo que no somos, de lo que queremos ser, de lo que queremos dar a entender ha de ser auténtico. No puede ser de otro. No puede estar contaminado con las ideas de un tercero. Sencillamente porque , entonces, estamos falseando nuestra vida. Simplemente estamos siendo vehículo de las ideas de otro y estamos viviendo su vida, no la nuestra. ¿ O es que no sentís verdadera euforia espiritual cuando escribís algo que sabéis que nadie lo ha escrito antes, aunque sea un mamarracho de escritura? A los "hijos" se les quiere no por feos o por guapos, sino porque son tuyos, son auténticamente tuyos.
La autenticidad es un sello. Tanto es un sello, que los que nos conocen, no deberían preguntar quién lo ha dicho o quien lo ha hecho. En el sello va el nombre del autor.
En la vida hay algunos placeres que dan sentido a tu vida. Uno de ellos es la autenticidad. El pata negra se ve, se siente y se huele.

El mendigo

Hoy he vuelto a ir a Barcelona. He pasado por la casa del mendigo, es decir, por los soportales donde convivía con dos o tres montañas de basura. Ya no estaba. El lugar estaba limpio. No había constancia de que un mendigo con un montón de basura haya vivido allí unos días. Le pregunto a una anciana que pasaba en ese momento y me dice: "Creo que se lo han llevado". Es igual, se lo hayan llevado o se haya ido. Su mundo es el mismo esté donde esté. Lo que no es lo mismo es el mundo que le rodea. Lo mismo está en Pedralbes. Eso sí que sería un lujo: las grandes mansiones, los coches de lujo, la pijería andante. ¡Vaya contraste! Bueno, yo no sé mirar con ojos de mendigo. Tampoco sé si sé mirar con los míos. Me afano en ver lo que hay debajo de la superficie de las cosas y no creas que lo consigo siempre. Hay días que tiene uno los ojos legañosos y eso lo difumina todo.
Bien, a otro tema. Hoy he terminado de leer "La catedral del mar". Me la recomendó mi mujer que la leyó este verano en las playas de Ayamonte. A pesar de lo larga que es, me ha gustado. Ahora voy a dedicar un día a la semana para hacer turismo por mi ciudad. Visitaré los lugares que salen en la novela. Si alguno es ficticio, pues me da igual, ya le colocaré un sitio. Me he comprado una guía de Barcelona que une gastronomía con turismo. Que os parece, una bomba.
Qué bonita es Barcelona. Así es que mochila y zapatillas.

jueves, 8 de octubre de 2009

De una leona que devino en dogo

Queridos amigos. Ya habéis visto lo entretenidos que hemos estado estos últimos días con el asuntito de la leona. Al final no fue ni leona ni nada. Sólo fue un simple perrito que evolucionó a leona en los ojos de unos asustados excursionistas. Esto que parece un hecho aislado, no lo es.En nuestra querida España ocurre esto a menudo. Gente que deviene en otro ser diferente al suyo. Cervantes, por ser un caso conocido por todos, creó a Don Quijote, que venía de ser Alonso Quijano. Alonso Quijano era un hombre normal, querido y apreciado por sus vecinos, labrador de la tierra y cazador de lo que vuela. Nunca se metía en líos y su vida era apacible. Sin embargo, cuando devino en don Quijote, los problemas le venían uno detras de otro. Desafiaba a los leones, luchaba contra ejércitos para defender a una princesa y confundía los molinos de viento con formidables gigantes. Todo el mundo dice que estaba loco y por eso actuaba así. Pero yo os digo que no estaba loco, simplemente es que no estaba en su ser. Había evolucionado a otro ser y , claro, no regía. En nuestro días, también ocurren casos de mutaciones del ser. Sin ir más lejos en estos últimos días tenemos el caso de unos políticos que ha evolucionado dentro de su propio ser. Ya no son lo que eran. Y como no son lo que eran pues no están en su ser y por eso cometen errores. Dicen que si es que han aceptado algunas cosillas, que estoy seguro cogieron de mala gana. Que si un coche, que si un traje, que si un viaje. Total nada importante. Yo, que no soy un ser mutante, no entiendo por qué han cometido semejante desliz. Pero sí que entiendo que la tentación cuando se presenta lo hace siempre en forma de serpiente. Una serpiente con ojos negros, caderas de disloque y piernas infiinitas. En estas condiciones, claro, ni Adán pudo con ella. Finalmente os digo que yo no estoy en contra de los seres que devienen en otro, pero al menos que sea como don Quijote, que lo hizo para deshacer entuertos, para defender al débil y para limpiar de foragidos la faz de la tierra y no como vosotros que habéis vendido vuestro primitivo ser por un vulgar plato de lenntejas. Juanjo. El prat de Llobregat

martes, 6 de octubre de 2009

Los pecados de la carne

Todos sabemos que las religiones tienen algunas normas muy caprichosas. Digamos que no entran dentro de la lógica de cualquier pensante. Cualquier religión tiene el mandamiento de " No matarás" y vemos lógico que sea catalogado como falta grave, porque el hecho en sí c onstituye un daño mortal contra una persona. Sin embargo en el pecado de la carne no veo yo esa relación de gravedad porque el daño que se sigue no se corresponde con el hecho en sí, sino más bien al contrario, produce en el sujeto una cierta autocomplacencia, para definirlo con suavidad.
Tengo entendido que estas normas vienen de muy antiguo, incluso mucho antes de la creación de las religiones monoteístas. Es curioso, ¿verdad? A mí se me ocurre pensar que esta ley tan antigua está hecha para fastidiar al personal. Vamos a ver si utilizamos un poco la lógica y el sentido común en nuestro razonamiento. ( El sentido común es, a veces, más que un documento escrito). Yo sospecho (porque yo no estaba allí) que alguien, hace muchos años, se inventó el infierno para así seguir fastidiando después en la otra vida. Claro, si inventas el infierno, tienes que inventar pecados que te conduzcan hasta allí. "Matar", al infierno. "Robar", al infierno. "No adorar a Dios en todas sus manifestaciones", al infierno. No honrar a tu padre y a tu madre", al infierno. Bueno, en estos pecados todavía hay una cierta lógica causa-efecto. Sin embargo estos pecados no pertenecían a la mayoria de la población. Había que inventar un pecado que fuera general, en el que cayera casi el cien por cien de los humanos y he aquí que se inventaron el gran pecado de la humanidad, "el pecado de la carne". Así mataron dos pájaros de un tiro: Rentabilizaron el infierno, pues siempre estaría hasta la asas y , por otra parte, tendrían al personal acojonado con la espada de Damocles encima de sus cabezas, porque haber quién es el guapo que, como mínimo, no se le ha ido la mano de vez en cuando.
Todo esto iba yo comentando con mi amigo Mohamed, mientras paseábamos tranquilamente por las Ramblas de Barcelona. Al final él tambien llegó a la conclusión de no ver la relación que nuestras religiones habían establecido entre el pecado de la carne y su gravedad. En estas que decidimos sentarnos a tomar algo. Él pide un té y yo una cervecita con media ración de jamón ibérico. Aunque sé que su religión no le permite gozar de este asqueroso deleite, le ofrecí que probara el jamón. Él muy sorprendido me dice:" Mira, Juanjo, no seas malo. Sabes que mi raligión me lo prohibe. Por favor, no más pecados de la carne. Después de esto nos pusimos a hablar del Barça. Decididamente el mundo es variopinto, pero hay cosas que nos unen por encima de las religiones. ¡Visca el Barça".

lunes, 5 de octubre de 2009

La verdad como dardo

Vivo rodeado de gentes que se creen en posesión de la verdad. Esto no sería malo del todo si no fuera porque esta creencia es tan absoluta a veces que les lleva a creer que la verdad es sólo suya y que los demás navegamos en la más absoluta oscuridad.
Ya he dicho en otra ocasión que un ser con la verdad en las manos puede llegar a ser muy peligroso. Tanto más peligroso cuanto más poder tenga en sus manos. Hitler convirtió su verdad en millones de muertos. Su fe en su verdad era absoluta. Los que le seguían no tenían más verdad que la del jefe. Los que no le seguían y estaban en su radio de acción, más vale que no tuvieran otra verdad. En ello les iba su vida.
Pero no me quiero referir a esto ahora. Estas líneas las quiero dedicar a los más proximos, a los que nos rodean, a los que también se sienten violentos cuando están en posesión de la verdad. Estos, al modo del David bíblico cogen la honda de la palabra y te lanzan a la frente la piedra de la verdad, sin más explicaciones. Después te dicen con absoluta autoridad: "Es que es la verdad". Y como es la verdad te la lanzan. Porque entienden que la verdad es para lanzarla a ese enemigo próximo sin el que algunos no pueden vivir. Te la lanzan como un dardo emponzoñado, para, como mínimo, adormecer tu conciencia. Porque cuando tu conciencia está dormida, entonces, tú ya les perteneces. Que de eso se trata.
Si a todos estos que utilizan la verdad de este modo arrojadizo se entretuvieran en leer a Descartes, a lo mejor les fructificaba la semilla de la duda. La duda de que ése que hay ahí enfrente también tiene su verdad, aunque sea más bajito que tú, más feo o simplemente más pobre. Si esto algún día llegara a ser así y la duda fuera sólo un paso por delante del dardo arrojado, entonces la relación entre las personas habría dado un paso de gigante, porque mi verdad, entonces, ya no sería un arma. Sólo sería mi verdad y punto. Y a partir de ahí podemos empezar a hablar.

lunes, 28 de septiembre de 2009

Mundos

En estos días los astrónomos están muy entretenidos buscando nuevos mundos. Planetas parecidos al nuestro. Soles parecidos al nuestro.
Rastrean el universo con los inventos más modernos, escuchando. Dicen que quieren oír algo que no sea el silencio. Tal vez música, tal vez palabras, tal vez la radio de un pueblo del planeta JV-354.
Dedican horas,días, años y la vida entera , en estado de alerta, a escuchar en una profundidad que a mí no me parece produndidad, que a lo mejor sólo es un pedacito de infinito. Es un sueño como cualquier otro. Pienso en la decepción de tantas horas apostado sin encontrar pájaro al que tirarle.
Más les vale que encuentren algo, aunque sea un planeta chiquitito, aunque sea un pedrusco, pero que tenga vida. La humanidad está aburrida, está desesperada, la Tierra se le hace pequeña y se siente un tanto provinciana. Necesitamos algo tan fuerte como el descubrimiento de América, con sus indios y todo. Necesitamos ver a la gente medio loca corriendo para apuntarse a la primera nave que salga hacia el Nuevo Mundo. ¡Eso sí que sería un trago fuerte!
Mientras eso llega, yo me conformo con lo que me rodea. Yo ya no estoy para muchas travesías.(Bueno, alguna sí que tendré que hacer). Ayer, sin ir más lejos, paseaba yo por una calle cualquiera de Barcelona. Las siete de la tarde, domingo y la calle era un desierto. De pronto me encuentro a un mendigo bajo unos soportales. Kilos y kilos de basura en medio de la acera. Él ordenaba su basura, como si de un tesoro se tratara. Yo, al pasar a su lado me quedé mirándolo.(No todos los días encuentra uno a un mendigo tan ortodoxamente representado). Tal vez emitiera yo algún sonido o tal vez el quiso ladrarme algo para asustarme. El hecho es que me dice con aire intimidador:"Vete a tomar por culo". "Coño, qué respuesta tan grande para tan poca pregunta"-me dije. Seguí mi camino y me giré un par de veces antes de doblar en la primera esquina.
Después de esto que aquí, a nuestro lado tenemos muchos mundos nuevos y viejos, normales y pintorescos, amigos u odiosos a los que descubrirlos sería una tarea altamente gratificadora. A lo mejor el fin de semana que viene, si voy a Barcelona hago una nueva apriximación a mi "amigo" el mendigo. Bueno, si no ha emigrado a un nuevo mundo.

viernes, 25 de septiembre de 2009

Lo que hacemos túy yo cuando tú no estás

No soy dueño de lo que tú y yo vamos a hacer mañana, pero sí que lo soy de lo que hoy pienso que tú y yo vamos a hacer mañana.
Los imperativos, las circunstancias, los contratiempos impiden que mis deseos se realicen en todo o en parte.
Como el hombre vive la vida por etapas y en cada etapa es más sabio (hay algunas excepciones), pues en una de ellas me dije que ya no pensaría más en lo que iba a hacer en el futuro. No quería sufrir y para ello tenía que eliminar el deseo. Pero no funcionó, porque me sentía trite ya que el deseo está en la base de la ilusión.
Pensé, entonces, otra solución. Exactamente la contraria. Primé los deseos, les di entidad propia y peso específico, aún a sabiendas de que todo o parte de lo que deseara no se llevaría a cabo.
Esto sí que resultó, porque los hechos que se tenían que dar, iban a darse de igual manera.
Desde entonces mis deseos tienen vida propia. Son como si les hubiera hecho un seguro antidecepcion, pues yo ya estaba concienciado del proceso.
Así, cuando mi mujer no está conmigo, por poner un ejemplo cercano, hacemos en mi mente, lo que haríamos si ella estuviera y lo que pase mañana Dios dirá. La imaginación al poder.

Enemigo íntimo

Sólo hacía dos días que le habían dado la noticia. Fue un mazazo impresionante. Como si fuera un rayo que entrándole por la coronilla, había depositado a sus pies todas sus fuerzas, todas sus energías, todas sus ganas. Era incapaz de pensar, de concentrarse. Su mente estaba totalmente embotada e incapaz de fabricar ideas. Eso le pasó a mi amigo Ceferino Fernández cuando el médico dictó la sentencia. Sólo unos meses. Si, sólo unos meses y todo se había acabado. Ya habían pasado algunos días, enormes días, pues la espera es infinita cuando somos conscientes del peligro que nos acecha. Poco a poco se iba haciendo con la terrible enfermedad. Parece mentira cómo nuestra mente se hace a todo. Sólo necesita algo de tiempo. Millones de ideas pasaban por su cabeza, pero en ninguna le apetecía pararse. En esos momentos sólo vale la que te salve del naufragio, la que te lleve a la otra orilla. Sin embargo, había una idea que le iba y le venía con cierta insistencia. Ceferino había sido siempre un hombre de paz. Sus amigos eran incontables. Su capacidad de llegar a la gente era reconocida unánimente por los que le conocían. Nadie le reconocía un solo enemigo. Sin embargo él sentía cierta zozobra en este asunto. Cuando por las noches se acurrucaba entre la sábanas, no se sentía del todo satisfecho, no se sentía lleno. Como si en algún momento de su vida o en algún rincón de la tierra hub iese alguien que se le hubiese resistido, alguien con quien no hubiese podido hacer las paces, algún enemigo invisible. Había dormido con esta sensación prácticamente toda la vida. Era algo no declarado, pero latente. Sentía que le faltaba una batalla. Ese enemigo sin rostro, como alguna vez el lo calificó, era escurridizo, no se presentaba de cara. Era algo extraño. La idea, conforme iba avanzando la enfermedad se hacía más obsesiva, incluso, a ratos, había conseguido desbancar de su mente el pensamiento de la muerte inminente, pero por más vueltas que le daba no conseguía dar con la clave. Muchas veces en su vida se había hecho un psicoanálisis personal y había llegado a la conclusión que en los retos más importantes de su vida, como si fuese un fantasma en la sombra, había estado presente esa mano negra para que él no consiguiera conseguira lo que se había propuesto. Algunas veces él pensó: ¿Es real o es paranoia? Así discurría la enfermedad cuesta abajo, a una velocidad endiablada, como si quisiera coger carrerilla para dar el gran salto. Un día, sólo hacía tres meses y cinco días de la sentencia, Ceferino se despertó con un sobresalto, era algo especial, algo nuevo, algo que no había sentido nunca. En su pecho sentía un revorvorio que le hacía respirar como si de una carrera se tratase y su cerebro se iluminó con luces que nunca había percibido. Llamó urgentemente a su mujer, le pidió un espejo y se miró la cara. Estuvo largo rato impávido, sin pestañear frente al espejo. Más que mirarlo parecía que mirara a través de él. Cuando al fin se decidió a cambíar la escena, bajó el espejo lentamente, lo apoyó sobre su pecho y, mirando a su esposa, esbozó una sonrisa de complicidad mientras fijaba definitivamente los ojos en el techo inmensamente blanco. Sus amigos, al ver su mueca aún dibujada en su rostro, decían: " Vivió y murió en paz". Un abrazo. Juanjo.

La novia de mi pueblo

La única ventaja que tiene la sinceridad es que te descarga. Que te aligera. Como si ese peso que tengo dentro se repartiese entre todos los que oyen el mensaje. Yo hoy he de confesar que soy algo infiel. Fíjate que he dicho soy y no he sido. Porque mi infidelidad es algo consustancial con mi devenir. Me acompaña en mi vida y mi vida hasta hoy se declina en los tres tiempos en los que estudiamos los verbos. Y soy infiel porque estoy casado (de perogrullo) y precisamente porque estoy casado siento la necesidad de ser infiel. Pienso que todo hombre casado tiene que tintar su vida con algunas pinceladas de infidelidad, simplemente para no ahogarse en su propia salsa ( o en la de su mujer). Soñar, elevarte un poco sobre el sopor del matrimonio, es saludable. Sí, saludable para el propio matrimonio. Sin esas alas de la infidelidad el matrimonio sería insufrible. ¡A quién no le gusta volar! A estas alturas algún o alguna malintencionada estará pensando que soy machista. Puede ser, no lo niego. Ser feminista a mi no me toca. Creo que soy macho, que no es poco. Confieso que tengo una novia en mi pueblo. No es una novia de la niñez, ni de la juventud. Es una novia de la madurez. Las infidelidades auténticas y duraderas nacen con las canas, no son una tontería, pues te tienen que durar toda la vida y mueren cuando te cantan el "Dies irae, dies illa". Tiene los ojos verdes y sobre el vestido del color del viento, se dibujan innumerables lunares negros. Yo la llevo en mi corazón. No, no en mi corazón no. La llevo esturreada por el cuerpo ( eso creo que está mejor). Cuando no la tengo delante me parece inespacial, como si lo llenara todo. Cuando estoy a su lado, me mezo en sus brazos, me acaricio con sus manos, me meto en su ser y me arropo en sus entrañas. Me gusta dormir la siesta a su lado, y su cuerpo, cambiante como la niebla del bosque, me deja ver pequeños rayos de sol, que apenas hieren mis ojos. No me habla. Si hablase lo estropearía todo. El éxito está en el silencio. Sólo, a veces, un leve ruido que te adormece. Sentimos, sólo sentimos. Cuando llega la hora de la despedida y su vestido verde y plata es movido por el viento de la tarde, siento mecerse en el aire la canción que tantas veces oí cuando ella estaba lejos"Ne me quite pas". Pero yo me tengo que ir, porque la novia no es para todos los días. Sólo hay que verla para que te toque con la varita mágica, para que tu infidelidad sea cada día más fuerte (si no que vida más rastrera ibas a llevar). Me despido de ella con lágrimas en los ojos y al mirarla en la lejanía su imagen se multiplica. Se ha hecho de noche sobre la campiña. Ella se queda dormida. Y el viento que hace un rato la mecía, ahora la cubre como una delicada gasa.

jueves, 24 de septiembre de 2009

Me quedaré cerca de vosotros

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Me quedaré cerca de vosotros...cuando me muera. Cerca de los que me aman, sólo de los que me aman. No estoy por estar disimulando toda la eternidad. Me quedaré sin conciencia y no me conocerá ni mi madre, yo que siempre he esperado morirme para volver a verla. Pero ahora que aún soy persona, es decir nadie, y desde la humildad que dar no ser nada, quiero haceros algunas consideraciones. Pido a mis herederos, es decir, a los que me recuerden, que me recuerden. Que no se olviden de mí demasiado rápido, que hablen de mí y de mis ocurrencias, pues me gustaría vivir un poquito más de lo que me ha pertenecido. Ya sabéis que tengo un punto de narcisita. Me molesta mucho perder mi identidad. Vivir sin carnet. No ser yo o quizas ser un yo difuminado, que es lo mismo que nada. Me da miedo la oscuridad y me aterroriza la soledad. Mucho tiempo, mucho espacio, mucho frio. Será difícil encontrar a alguien con quien charlar. Volveré a mi nube, de la que salí en un zig-zag de luz y existencia. Allí, dentro de ella, no soy nada y lo soy todo. Tendré que ac ostumbrarme a esta nueva forma de existencia, yo que estaba acostumbrado a mi piel que me aislaba de todo. Perderé mii intimidad. No habrá leyes que me protejan. Dejaré mis apegos y mis placeres en el tiempo en que ocurrieron. Allí estaremos fuera de tiempo. Esta cosa tan provinciana del dia y la noche hay que desecharla. Todo será día o todo será noche. El mundo dual se ha terminado. ¡Hay tanto que aprender, que más que morirme, me parece que voy a nacer! Y eso precisamente es lo que se me está ocurriendo, que no quiero morirme, vaya,que voy a renacer. Quiero ser un desertor de la muerte. He decidido que cuando llegue la hora y camine hacia la barca de Caronte, me despistaré entre la frondosa vegetación y me volveré con vosotros, los que me amáis. No me podréis tocar, ni me veréis, ni os reiréis con mis ocurrencias, pero yo estaré entre vosotros, porque el amor es más grande que la muerte. A veces seré viento en tu pelo, a veces, agua en tu frente. Reposaré a tu lado y oiré tu respiración que me marcará tus tiempos. Acercaré mi cara a tu pecho, ya sin censura por tu parte, y oiré cómo suena la vida. Haré, sin tiempo, todo lo que no se me permitió o no se me ocurrió, en el tiempo. La moral se quedó atras. Todo esto os digo a los que me amáis, ahora que aún soy persona. Porque cuando llegue esto que todos sabéis, no quiero por nada del mundo encontrarme solo y creo que voy a necesitar una mano, seré un niño. A quien me la ofrezca le estaré eternamente agradecido. Un abrazo. Juanjo.

Y el cielo los bendijo

Mis amigos Telesforo y Maria Dolores eran dos jóvenes que acudían cada año a espigar a un campo de trigo. Eran los años de la posguerra y había mucha hambre. Llevarse unos sacos de trigo suponía el pan para todo el año. Las familias de estos dos jóvenes acudían año tras año a construir su choza donde pasaban el verano.En aquellos años el campo tenía mucha vida y había gente por doquier. De noche nos reuníamos en la era después de cenar el ajo blanco y contábamos historias. Cuando nos vencia el sueño, solo teníamos que tendernos en la paja sobre la que estábamos y hasta mañana.Así de sencilla era la vida entonces. La historia que voy a contar ocurrió en estos lugares y en estos tiempos. A mí nunca se me olvidó. A eso de las nueve de la noche ( aún cuando todavía era de día) Miguel "Zumbaollas" y yo estábamos sentados contra la pared del cortijo. Todas las tardes veíamos venir por la loma a los "espigaores", que como un rosario de hormigas venían uno tras otro para descansar en sus chozas. Yo no me había dado cuenta, pero él que era un perro viejo sí que se dio cuenta. Me dijo:- Juanjo, faltan dos. Yo no sabía a qué se refería. Volvió a insistir:- faltan dos "espigaores". Como yo era casi un niño no entendí la intención con la que me decía aquellas palabras. Al día siguiente, llevados por la curiosidad y una vez terminadas las faenas del campo, nos apostamos en el mismo lugar para seguir con las pesquisas. Ese día se lo dijimos tambien al "Rompo", pues como dice el refrán "cuatro ojos ven más que dos". Y llegada la hora vemos venir la ristra de espigaores, pero al contarlos vemos que no faltaba ninguno. Sin embargo observamos como Telesforo y Maria Dolores se empiezan a quedar rezagados y cuando pierden contacto visual con los de delante, de golpe desaparecen. Todos los día los vigilábamos y cada día hacían lo mismo, cuando se creían que nadie les veían, se dejaban caer en un mar de trigo que había al lado del camino. También se lo dijimos a Paco "Peniba" y a su mujer, Eduarda. Era un secreto a voces. Un día que estábamos de vigilancia caemos en la cuenta al contarlos que nuestros amigos no estaban en la comitiva.No le dimos mayor importancia, pensando que ese día habían cambiado de hotel. Pero no fue así. Se hizo de noche y la pareja que no aparecía. Los padres de ambos pipiolos se presentaron en el cortijo desesperados y muy alarmados porque eran las once de la noche y la parejita no aparecía. El nerviosismos crecía y recuerdo que las madres gritaban y lloraban desesperadas. Pasamos toda la noche de imaginaria para ver si los niñitos aparecía. Pero nada, amaneció y en el horizonte sólo se veían bandadas de palomas que marchaban a los campos llenos de granos de trigo. Pasó ese día, el siguiente y el siguiente y al atardecer del tercer día por el camino de la loma vemos venir a Telesforo y a María Dolores. Traían un aspecto tranquilo. Yo temblaba porque pensaba que sus padres los iban a deslomar a palos. ( Bueno eso es lo que me hubiera hecho mi padre a mi). Pero no. Todo lo contrario, fueron recibidos con vítores, como si de una boda se tratara. Y efectivamente, cuado al final me dieron todas las explicaciones, se trataba de eso de una boda, con viaje de novíos y todo. Lo que nunca pude saber, porque ese año fue el último que vinieron al cortijo, es donde pasaron los tres días que estuvieron desaparecidos. Nunca supe más de ellos, pero siempre pensé que esta fue verdaderamente una pareja bendecida por el cielo. Un abrazo. Juanjo.

El bálsamo de Fierabrás

"Es un bálsamo-respondió don Quijote- de quien tengo la receta en la memoria, con el cual no hay que tener temor a la muerte ni hay pensar morir de ferida alguna. Y así, cuando yo le haga y te le dé, no tienes más que hacer sino que, cuando vieres que alguna batalla me han partido por medio del cuerpo, como muchas veces suele acontecer, bonitamente la parte del cuerpo que hubiere caído en el suelo, y con mucha sotileza, antes que la sangre se yele, le pondrás sobre la otra mitad que quedare en la silla, advirtiendo de encajallo igualmente y al justo. Luego me darás a beber dos tragos del bálsamo que he dicho y verasme quedar más sano que una manzana" (Don Quijote de la Mancha, cap.X) Ahora entiendo cómo Alonso Quijano..., no, Alonso Quijano no, sino don Quijote de la Mancha fue capaz de acometer empresas tan importantes, tan arriesgadas,y es que tenía un as en la manga. Tenía el bálsamo de Fierabrás. Ya me río yo de los alquimistas y de los investigadores de la farmacopea moderna. Haber quién es capaz de recomponer un cuerpo destrozado por la explosión de una mina con solo pegarle un par de tragos al dichoso brevaje, si es que te queda un poquito de gaznate para hacerlo. Invencible sería un general si tuviera la suerte de tener tan precioso jarabe. Pero este bálsamo no es para generales, ni admirantes, ni cesares de tres al cuarto. Este bálsamo sólamente lo pueden tener los caballeros andantes. Y ¿cuántos de esos quedan hoy en el mundo? Porque, amigos, los caballeros andantes existen. Existen en el amplio abanico del tiempo. Tú y yo los hemos visto. Los hemos visto partiéndose los cuernos contra molinos de viento, defendiendo a señoras cautivas de la desgracia, desafiando al león del Cid o arremetiendo contra verdaderos ejércitos para reponer la justicia en el mundo y defender al débil. Están en medio de nosotros. Son de carne y hueso, pero no son de este mundo. No conocen la cobardía, ni el desfallecimiento, ni el miedo. Su pensamiento sólo está en desterrar de este mundo el mal. (Al revés) En hacer el bien. No están casados (aunque lo estén), para dedicar su vida entera a tan gran meta. No son de este mundo, pero son humanos. Su bandera es el honor , su patria el mundo y su Dulcinea, el motor que le empuja por los caminos de la vida. Nuestro deber (hablo a los humanos mortales) es estar alerta. Saber cuando por nuestro lado pasa un Alonso Quijano vestido de don Quijote. Un loco vestido de humano. Un hombre enamorado de Dulcinea. Cuando esto ocurra, míralo con detenimiento, tócale todas las partes de su cuerpo y sobre todo háblale a su corazón (porque ellos nunca hablan de sí mismo) y verás qué descalabro tan formidable hay en ese ser. Coge entonces el bálsamo de la gratitud, el balsamo del cariño, el bálsamo de la comprensión y dale a beber un par de sorbos (si es que aún le queda gaznate para beber). Debes hacerlo cuanto antes (no dejes que se le "yele" la sangre), porque cuando desaparezcan los caballeros andantes de la faz de la Tierra, ésta se llenará de gigantes monstruosos que acabarán con lo bello, con lo débil, con lo diferente, con lo poético. El mundo será un desierto. Un abrazo. Juanjo.

El tiempo

Hola, amigo "Lázaro". Te creía perdido y al fin has resucitado. Yo sé que has tenido mucho trabajo con los exámenes y demás. Ahora a descansar. Vete a un sitio fresquito, si puedes. ¡Qué bonito lo que me dices del tiempo! El deseo y la obligación. ¡Qué pareja más inestable! Dicen que hay gente que las hace coincidir. Pues qué felices deben ser ¿no?Y, ¿qué es el tiempo?, -digo yo.(Esta pregunta seguro que no se la ha hecho nadie). ¿Te parece bien que digamos que el tiempo es una cinta transportadora que evoluciona sin parar al lado de nuestra existencia y en la cual nosotros vamos poniendo piedrecitas(que son nuestros hechos, nuestros pensamientos, nuestros...todo) y que no para nunca y que esas piedrecitas se van quedando atrás tan lejos, tan lejos que a veces no las vemos ni con la linterna del recuerdo.? Cuando nosotros paramos, la cinta sigue evolucionando, para que otro siga poniendo piedrecitas. Azorín se volvió medio loco con el tema del tiempo. Tampoco hay que exagerar, ¡si todo es como un juego!. Lo malo del hombre es que es consciente de algunas cosas... que vaya por Dios. Tenemos que hacer ejercicios de presente. Por ejemplo, siéntate, dobla ppor las rodillas, cual yogui, pon tus manos en las rodillas, respira lentamente y para tu atención en tu barriga (cómo sub e y baja lentamente). Sólo eso. Diez minutos. Si te distraes pierdes y tienes que empezar otra vez. Si consigues estar los diez minutos sin distraerte un solo instante, es que has dominado el tiempo, pero no te hagas ilusiones, sólo por diez minutos. Yo aún no lo he conseguido. Es que soy muy distraído. Ya se lo decía el maestro a mi madre: - Su hijo se deistrae con una mosca. Bueno, y el señor Obama también, ¿ o no?Bien, amigo Juan (felicidades,que pases el dia de tu santo como a tí te guste). Un fuerte abrazo. Juanjo.
Siempre he pensado que hablar con alguien es siempre mejor que estar callado. Ahora, después de mi experiencia durante toda mi vida he cambiado de opinión. A v eces es mejor estar callado, o mejor dicho, estar en silencio, que no es lo mismo. Hace ya mucho tiempo, mientras mi esposa y yo comíamos en un restaurante observábamos cómo un matrimonio de extranjeros hacían lo mismo en la mesa de al lado. La particularidad estaba en que no abrieron la boca durante toda la comida. Me llamó la atención y lo comenté con mi mujer. Posteriormente muchas veces me ha venido a la mente esa imagen de incomunicación de esa pareja. No se puede decir que estuvieran peleados, ni incómodos, antes bien se les veía relajados. Durante el rato que estuvieron allí, se miraron tres o cuatro veces para comunicar algo, pero sin abrir la boca. Al acabar la comida, se retiraron a un extremo del salón para, de una forma más relajada, tomar el café y alguna bebida. Él cogió un periódico y ella se relajaba mirando a la gente. Esta pareja, de la que hemos descartado que estuvieran disgustados, no necesitaba hablar para comunicarse. Se miraban y se lo decían todo. Con un gesto, tenían suficiente. Con un suspiro, hacían entender todo un sentimiento. Economía de lenguaje. Pero no creo que todo sea esto. Cuando un matrimonio lleva mucho tiempo juntos ya han pasado mucho tiempo hablando. Se conocen perfectamente. Saben perfectamente la distancia que hay en tre la palabra y el sentimiento, entre la palabra y el hecho. (A esto le llamo yo media mentira, pues es contar algo con un tinte distinto de la realidad). Ya no se pueden engañar el uno al otro. Ya se sabe donde cojea cada uno. Entonces, llegados a este punto, pienso que hablar está de sobra. Es mucho mejor utilizar el primitivo lenguaje de los signos, de los gestos, de las emociones o de los sentimientos, que, hechos así de una forma espontánea, son como más frescos, menos contaminados. Dejemos la palabra para una nueva relación, donde la media mentira tenga su rinconcito. Así es que si hemos llegado en todo o en parte con nuestra pareja a este estado, no penséis que es el estado final de la relación, sino el estado ideal. Regálale a tu pareja cada día unos minutos de silencio y te comunicarás sin distorsiones. Un abrazo. Juanjo.

Mi primera novia

Yo tuve una novia con diez años. Todos decían que era mi novia; yo nunca lo dije. Morena, de ojos negros y movimientos nerviosos. Nos amábamos en la distancia; nunca nos dijimos nada. Solo algunas palabras nerviosas, que no recuerdo. A diario nos veíamos varias veces, pero sólo nos veíamos. Entonces no sabíamos hablarnos (qué incapacidad de la niñez). ¡Si al menos alguna vez hubiera tenido la madurez de pararme a hablarle! Pero no fue así. Los dos crecíamos y nuestro amor crecía en nuestras miradas. Cuando nos encontrábamos en la calle sólo nos decíamos "adiós", pero en la mirada iba toda la carga. No nos decíamos nada. Vivía mi amor hacia dentro y en un diario (amigo mío) explotaba todo lo que mi boca callaba. (Ahí aprendí a escribir. Fue fácil). Pasé por las etapas de la juventud en su ausencia. Ella no las supervisó. La vida me la puso para eso, pero la ignorancia y la timidez lo cubrió todo. Nunca tuve una conversación con ella. También desconozco sus silencios. Todo fueron suposiciones. Nos hicimos mayores y a pesar de otras experiencias lo nuestro permanecia como una obra inacabada. Ella decía que "o conmigo o con nadie". Pasaron los años y yo me casé. Ella también lo hizo a los pocos años. Alguna vez la he vuelto a ver, pero las formas son las mismas. Todo sigue intacto, como los muebles de una casa abandonada hace mucho tiempo. Una manta de polvo descansa sobre las sábanas que los cubre. Así se acabará esta historia inacabada, descansando bajo las sábanas del tiempo y el enamorado polvo del recuerdo. Quizás no nos merecimos más. Un abrazo. Juanjo.

La verdad

Hola, amigos. Qué tal el verano. Todos más morenitos, mas tostados, pero no más quemados. Esto lo dejamos para Junio. Somos los mismos, los de siempre. Siempre puede ser algunos meses. Qué importa.Cuando hablamos del tiempo nos volvemos locos. Pero nosotros hemos sido creados en él y en él progresamos. Cuando acabe mañana ya hablaremos. Mientras tanto filosofemos: es un juego. Cuando el juego acabe nada habrá cambiado, pero yo, a lo mejor, seré algo distinto. Me gustaría tener más amigos, ese ser que siente contigo, pero soy un afortunado con los dos o tres que tengo.La puerta está abierta. Filosofar no es algo pedante, sino vital. Lo verdaderamente pedante es buscar la verdad, como nos han enseñado en la academia. Vamos a conformarnos con sentir. Siento el dolor, el placer, el amor, a Dios, (Lo pongo con mayúscula como Dios manda), la injusticia, el hambre. Yo no busco la verdad, porque existe le peligro de que cuando la encuentres ( y siempre la encuentras) te la apropies y un ser humano con la verdad en las manos es muy peligroso. ¿Te pongo algunos ejemplos? Uno nada más: pobres brujas de la Santa Inquisición. Sentir y describir, para que nos sintamos hermanos, semejantes en ese proyecto de vida que somos todos. Nadie encontró la verdad y el que dice que la encontró, miente y entonces dogmatiza y divide. No hay nada malo en enseñar tu mundo a los demás. Al fin y al cabo lo único que cambia son las formas, porque el contenido es el mismo. "Los mismos perros con distintos collares". Lo que yo siento, lo sientes tú. Mi dolor es el tuyo. Mis sueños también te ilusionan a ti. Entonces, ¿qué es lo que cambia? La forma y el modo. Pues de eso se trata de explicarnos lo unos a los otros la genuina forma que tenemos de sentir la vida. Filosofía: amor a la sabiduría. Mi abuelo era sabio cuando, frente a la lumbre, me explicaba su vida. Ahí empezó todo. Un abrazo. Juanjo.

Muerte despues de la muerte

Nota: Como habéis podido comprobar,el título de lo que os mandé ayer no tiene nada que ver con lo que escribí. Era para hoy. Todos perdimos algún día un ser querido. Le lloramos, sufrimos, le hicimos los mejores funerales que pudimos y con eso parece ser que acabó todo. Murió y murió. Todo se terminó y no hay marcha atrás. Morir es desaparecer. Morir es volver a la nada. ¿Volver a la nada? ¿Qué es la nada? ¿No nos dijeron hace ya muchos años que Dios hizo el universo de la nada? O sea, que venimos de la nada de la misma manera que yo vengo de mi madre. La nada me engendró y cuando se muere se vuelve a la nada de donde salimos. Entonces, vuelvo a preguntarme, ¿qué es la nada? ¿Es un vacio enorme? ¿Es el espacio fuera del universo, infinito, incapaces nosotros de comprenderlo? ¿Es la cara oculta del ser? No lo sé. Pero sospecho que alguien nos oculta algo fundamental. Tal que nos oculta a nuestra propia madre: la nada. La nada te crea y te absorbe. Así que se me ocurre definirme como un algo entre dos nadas. No está nada mal. Es curioso donde le llevan a uno sus desvaríos. Es interesante, porque si uno no hace esto, resulta que no nos conocemos del todo. Sin embargo, yo siempre he pensado que la experiencia de la vida no acaba con la muerte física. Nosotros, los que le recordamos, los que le quisimos,incluso, los que le odiamos, le prestamos nuestro soporte vital para que viva en nosotros durante algún tiempo. En el Evangelio, Jesús dice que cuando dos o más están reunidos en su nombre ahí está Él. Yo pienso que cualquier persona que muera tiene que tener su prórroga. Tiene que vivir en nosotros el mayor tiempo posible. ¿Para qué? Simplemente para vivir. Para vivir, a veces, los mejores años de su vida. En el recuerdo casi todos somos mejores. En el recuerdo el ser se purifica y entonces todo lo pasado fue bueno. Sería como un paradisíaco purgatorio. (Algunos por muchos años que le recordemos jamás borrarán sus malas acciones). Demos a los que se van la oportunidad de un verdadero bautismo de agua para que vuelvan a la madre con sus ropitas limpias, con sus ojitos inocentes, con sus manos no manchadas. Demos la oportunidad de volver a morir en la nada, que tal vez sea vivir en el todo. Un abrazo. Juanjo.