jueves, 24 de septiembre de 2009

Muerte despues de la muerte

Nota: Como habéis podido comprobar,el título de lo que os mandé ayer no tiene nada que ver con lo que escribí. Era para hoy. Todos perdimos algún día un ser querido. Le lloramos, sufrimos, le hicimos los mejores funerales que pudimos y con eso parece ser que acabó todo. Murió y murió. Todo se terminó y no hay marcha atrás. Morir es desaparecer. Morir es volver a la nada. ¿Volver a la nada? ¿Qué es la nada? ¿No nos dijeron hace ya muchos años que Dios hizo el universo de la nada? O sea, que venimos de la nada de la misma manera que yo vengo de mi madre. La nada me engendró y cuando se muere se vuelve a la nada de donde salimos. Entonces, vuelvo a preguntarme, ¿qué es la nada? ¿Es un vacio enorme? ¿Es el espacio fuera del universo, infinito, incapaces nosotros de comprenderlo? ¿Es la cara oculta del ser? No lo sé. Pero sospecho que alguien nos oculta algo fundamental. Tal que nos oculta a nuestra propia madre: la nada. La nada te crea y te absorbe. Así que se me ocurre definirme como un algo entre dos nadas. No está nada mal. Es curioso donde le llevan a uno sus desvaríos. Es interesante, porque si uno no hace esto, resulta que no nos conocemos del todo. Sin embargo, yo siempre he pensado que la experiencia de la vida no acaba con la muerte física. Nosotros, los que le recordamos, los que le quisimos,incluso, los que le odiamos, le prestamos nuestro soporte vital para que viva en nosotros durante algún tiempo. En el Evangelio, Jesús dice que cuando dos o más están reunidos en su nombre ahí está Él. Yo pienso que cualquier persona que muera tiene que tener su prórroga. Tiene que vivir en nosotros el mayor tiempo posible. ¿Para qué? Simplemente para vivir. Para vivir, a veces, los mejores años de su vida. En el recuerdo casi todos somos mejores. En el recuerdo el ser se purifica y entonces todo lo pasado fue bueno. Sería como un paradisíaco purgatorio. (Algunos por muchos años que le recordemos jamás borrarán sus malas acciones). Demos a los que se van la oportunidad de un verdadero bautismo de agua para que vuelvan a la madre con sus ropitas limpias, con sus ojitos inocentes, con sus manos no manchadas. Demos la oportunidad de volver a morir en la nada, que tal vez sea vivir en el todo. Un abrazo. Juanjo.

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