jueves, 24 de septiembre de 2009

El bálsamo de Fierabrás

"Es un bálsamo-respondió don Quijote- de quien tengo la receta en la memoria, con el cual no hay que tener temor a la muerte ni hay pensar morir de ferida alguna. Y así, cuando yo le haga y te le dé, no tienes más que hacer sino que, cuando vieres que alguna batalla me han partido por medio del cuerpo, como muchas veces suele acontecer, bonitamente la parte del cuerpo que hubiere caído en el suelo, y con mucha sotileza, antes que la sangre se yele, le pondrás sobre la otra mitad que quedare en la silla, advirtiendo de encajallo igualmente y al justo. Luego me darás a beber dos tragos del bálsamo que he dicho y verasme quedar más sano que una manzana" (Don Quijote de la Mancha, cap.X) Ahora entiendo cómo Alonso Quijano..., no, Alonso Quijano no, sino don Quijote de la Mancha fue capaz de acometer empresas tan importantes, tan arriesgadas,y es que tenía un as en la manga. Tenía el bálsamo de Fierabrás. Ya me río yo de los alquimistas y de los investigadores de la farmacopea moderna. Haber quién es capaz de recomponer un cuerpo destrozado por la explosión de una mina con solo pegarle un par de tragos al dichoso brevaje, si es que te queda un poquito de gaznate para hacerlo. Invencible sería un general si tuviera la suerte de tener tan precioso jarabe. Pero este bálsamo no es para generales, ni admirantes, ni cesares de tres al cuarto. Este bálsamo sólamente lo pueden tener los caballeros andantes. Y ¿cuántos de esos quedan hoy en el mundo? Porque, amigos, los caballeros andantes existen. Existen en el amplio abanico del tiempo. Tú y yo los hemos visto. Los hemos visto partiéndose los cuernos contra molinos de viento, defendiendo a señoras cautivas de la desgracia, desafiando al león del Cid o arremetiendo contra verdaderos ejércitos para reponer la justicia en el mundo y defender al débil. Están en medio de nosotros. Son de carne y hueso, pero no son de este mundo. No conocen la cobardía, ni el desfallecimiento, ni el miedo. Su pensamiento sólo está en desterrar de este mundo el mal. (Al revés) En hacer el bien. No están casados (aunque lo estén), para dedicar su vida entera a tan gran meta. No son de este mundo, pero son humanos. Su bandera es el honor , su patria el mundo y su Dulcinea, el motor que le empuja por los caminos de la vida. Nuestro deber (hablo a los humanos mortales) es estar alerta. Saber cuando por nuestro lado pasa un Alonso Quijano vestido de don Quijote. Un loco vestido de humano. Un hombre enamorado de Dulcinea. Cuando esto ocurra, míralo con detenimiento, tócale todas las partes de su cuerpo y sobre todo háblale a su corazón (porque ellos nunca hablan de sí mismo) y verás qué descalabro tan formidable hay en ese ser. Coge entonces el bálsamo de la gratitud, el balsamo del cariño, el bálsamo de la comprensión y dale a beber un par de sorbos (si es que aún le queda gaznate para beber). Debes hacerlo cuanto antes (no dejes que se le "yele" la sangre), porque cuando desaparezcan los caballeros andantes de la faz de la Tierra, ésta se llenará de gigantes monstruosos que acabarán con lo bello, con lo débil, con lo diferente, con lo poético. El mundo será un desierto. Un abrazo. Juanjo.

1 comentario:

  1. querido jubilado !Que bello relato ! desde ahora en adelante no quiero que pase por mi lado algien que necesite un sorbo de ese balsamo y yo se lo niegue.Quiero poner un caballero andante en mi vida.

    ResponderEliminar