lunes, 21 de septiembre de 2009

Música para llorar

Todos los bebés cuando nacen lloran y desgraciado del que no lo hace, porque se entiende que eso no es normal y puede traerle en el futuro graves consecuencias. ¿Por qué lloran? Yo no lo sé, ni creo que lo sepa nadie, aunque se han dado múltiples respuestas. La gente no calla cuando no lo sabe. Los niños a esa edad no tienen costumbre de hablar y por eso no lo explican y por eso no lo sabemos. Si los niños hablaran, probablemente dirían que lo hacen porque estaban muy agustito en el vientre de mamá, pero ellos no son conscientes. Sin embargo, el hecho incuestionable es que lloran y no rien. (Reirán algún tiempo después). Tal vez se pueda llorar de una forma inconsciente.(La verdad es que yo he llorado en sueños).
Queda claro, que lo primero que hacemos cuando ponemos un pie,o mejor dicho, asomamos la cabeza a este mundo es llorar. Eso es un hecho. Después volveremos a llorar en nuestra vida multitud de veces, especialmente en la niñez. Yo, la recuerdo como la etapa más llorona de mi vida, especialmente si hablamos de ese llanto que derrama lágrimas por la cara, que la ensucia y que se produce con quejidos que a veces nos conmueven especialmente a los padres.
Cuando dejamos de ser niños. Cuando nos convertimos en adultos, ya no lloramos o lloramos en contadas ocasiones, generalmente coincidiendo con hechos luctuosos o muy dolorosos. Yo, en muchas momentos, he echado en falta un ratito de llanto. Me falta sobre todo la paz que me entraba después de una sesión de lloros. Incluso me he sentido incómodo (y esto me da vergüenza confesarlo) cuando en la muerte de algún familiar todos derramaban abundantes lágrimas y yo no lograba echar una ni restregándome una cebolla en los ojos.
Mas, esto ya se acabó. Ya he encontrado la solución. La clave está en la música. Pero no cualquier música. Has de buscar la tuya, la que te transporte a esa región donde nunca estuviste,
a ese estado donde nunca te encontraste, a esa situación arrancadora, que te saca de tu sillón y te mete en ese rincón donde rezas para que nunca salgas de ahí. Quizás todos lo hayamos experimentado, pero probablemente variados inconvenientes no nos han dejado volver a esa vivencia. Tenemos que esforzarnos, porque no siempre la misma música produce siempre los mismos efectos. (Esto pasa con todo, ¿verdad?). Tenemos que seguir buscando esa nota que metiéndose en nuestros oídos revoluciona todo nuestro ser y nos deja nuevos. ¿ Por qué? Pues, porque merece la pena. En los tiempos que corren solamente hay dos soluciones: o te liberas (con la música, por ejemplo) o te anestesian (con la televisión, por ejemplo). ¿Qué eliges?

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