jueves, 24 de septiembre de 2009

Siempre he pensado que hablar con alguien es siempre mejor que estar callado. Ahora, después de mi experiencia durante toda mi vida he cambiado de opinión. A v eces es mejor estar callado, o mejor dicho, estar en silencio, que no es lo mismo. Hace ya mucho tiempo, mientras mi esposa y yo comíamos en un restaurante observábamos cómo un matrimonio de extranjeros hacían lo mismo en la mesa de al lado. La particularidad estaba en que no abrieron la boca durante toda la comida. Me llamó la atención y lo comenté con mi mujer. Posteriormente muchas veces me ha venido a la mente esa imagen de incomunicación de esa pareja. No se puede decir que estuvieran peleados, ni incómodos, antes bien se les veía relajados. Durante el rato que estuvieron allí, se miraron tres o cuatro veces para comunicar algo, pero sin abrir la boca. Al acabar la comida, se retiraron a un extremo del salón para, de una forma más relajada, tomar el café y alguna bebida. Él cogió un periódico y ella se relajaba mirando a la gente. Esta pareja, de la que hemos descartado que estuvieran disgustados, no necesitaba hablar para comunicarse. Se miraban y se lo decían todo. Con un gesto, tenían suficiente. Con un suspiro, hacían entender todo un sentimiento. Economía de lenguaje. Pero no creo que todo sea esto. Cuando un matrimonio lleva mucho tiempo juntos ya han pasado mucho tiempo hablando. Se conocen perfectamente. Saben perfectamente la distancia que hay en tre la palabra y el sentimiento, entre la palabra y el hecho. (A esto le llamo yo media mentira, pues es contar algo con un tinte distinto de la realidad). Ya no se pueden engañar el uno al otro. Ya se sabe donde cojea cada uno. Entonces, llegados a este punto, pienso que hablar está de sobra. Es mucho mejor utilizar el primitivo lenguaje de los signos, de los gestos, de las emociones o de los sentimientos, que, hechos así de una forma espontánea, son como más frescos, menos contaminados. Dejemos la palabra para una nueva relación, donde la media mentira tenga su rinconcito. Así es que si hemos llegado en todo o en parte con nuestra pareja a este estado, no penséis que es el estado final de la relación, sino el estado ideal. Regálale a tu pareja cada día unos minutos de silencio y te comunicarás sin distorsiones. Un abrazo. Juanjo.

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