jueves, 24 de septiembre de 2009

Mi primera novia

Yo tuve una novia con diez años. Todos decían que era mi novia; yo nunca lo dije. Morena, de ojos negros y movimientos nerviosos. Nos amábamos en la distancia; nunca nos dijimos nada. Solo algunas palabras nerviosas, que no recuerdo. A diario nos veíamos varias veces, pero sólo nos veíamos. Entonces no sabíamos hablarnos (qué incapacidad de la niñez). ¡Si al menos alguna vez hubiera tenido la madurez de pararme a hablarle! Pero no fue así. Los dos crecíamos y nuestro amor crecía en nuestras miradas. Cuando nos encontrábamos en la calle sólo nos decíamos "adiós", pero en la mirada iba toda la carga. No nos decíamos nada. Vivía mi amor hacia dentro y en un diario (amigo mío) explotaba todo lo que mi boca callaba. (Ahí aprendí a escribir. Fue fácil). Pasé por las etapas de la juventud en su ausencia. Ella no las supervisó. La vida me la puso para eso, pero la ignorancia y la timidez lo cubrió todo. Nunca tuve una conversación con ella. También desconozco sus silencios. Todo fueron suposiciones. Nos hicimos mayores y a pesar de otras experiencias lo nuestro permanecia como una obra inacabada. Ella decía que "o conmigo o con nadie". Pasaron los años y yo me casé. Ella también lo hizo a los pocos años. Alguna vez la he vuelto a ver, pero las formas son las mismas. Todo sigue intacto, como los muebles de una casa abandonada hace mucho tiempo. Una manta de polvo descansa sobre las sábanas que los cubre. Así se acabará esta historia inacabada, descansando bajo las sábanas del tiempo y el enamorado polvo del recuerdo. Quizás no nos merecimos más. Un abrazo. Juanjo.

No hay comentarios:

Publicar un comentario