jueves, 22 de octubre de 2009

Gobernados

Hoy vamos a crear una utopia. La humanidad en sí es una pura utopía. La Historia se ha fabricado a base de utopías y yo, quiero aportar mi particular visión de las cosas.
Parto de la base que, desde el punto de vista político, somos demasiado cómodos. Como demócratas nos dedicamos a ir a votar cada cierto tiempo y con eso creemos que está todo solucionado. Los resultados están a la vista. No voy a enumerarlos. Que cada uno juzgue.
Desde que los griegos acuñaron la palabra democracia ha pasado mucho tiempo, ha habido muchos gobiernos de todos los colores y a la palabra democracia en la mayor parte de los casos no se le ha hecho justicia. El caso es que aún no he visto yo ninguna sociedad en la que el pueblo sea el verdadero dueño de su destino. Nosotros votamos a unos señores para que nos representen ante un parlamento, para que legislen unas normas para nuestra convivencia y sobre todo para que sean un ejemplo donde nos miremos todos. ¿Es esto así? No,rotundamente no. Nos engañan. No cumplen lo que prometen, pierden la energía en luchas fratricidas entre partidos y además se corrompen. Y nosotros, mientras tanto,dando puñetazos al cielo, como si el cielo nos enviara el maná de cada día.
Se me ha ocurrido echar un vistazo a la historia antes de escribir estas líneas y he observado que en todos los supuestos políticos, una vez llevados a la prática, han tenido el mismo fallo. Tomemos como ejemplo a Calos Marx. Ideó una sociedad igualitaria. Abolió el capitalismo y propugnó una sociedad donde las desigualdades desaparecerían. Hasta ahí muy bien. La utopía era perfecta, sobre el papel. Una vez que se llevó a cabo, todos sabemos lo que pasó. Unos cuantos señores formaron una casta dominante y gobernaron al pueblo de una forma despótica, que era lo mismo que querían desterrar. Los mismo que pasó con la utopía de Marx, ha pasado con tantas otras formas de gobierno sean del signo que sean. En todas pasa lo mismo, unos cuantos se apoderan del poder y de corderos pasan a lobos una vez que han sido bendecidos con el oleo del pueblo. Cuando llegan a este estadio, ya no se acuerdan del pueblo, ni de lo que le prometieron. Se encuentran tan arriba que no nos ven hasta que pasen otros cuatro años y tengan la oportunidad de volver a jugar con nosotros.
Yo propongo, que ya que estamos en un país donde podemos hacer una tortilla de patatas sin huevo y y vivir en un reino sin rey (que nos gobierne) y (lo más milagroso), al parecer funciona, hagamos una clase política con las alas cortadas para que no vuelen tan alto, para que el dinero no se les pegue a las plumas y para, al no poder elevarse sobre nosotros, se sientan todo el tiempo parte del pueblo, igual que cuando empezaron. Yo propongo nuevamente, que ya que estamos en la era de la tecnología, que el pueblo vote cómodamente desde sus casas tantas veces como sea necesario o le dé la gana, para que el protagoniso sea suyo y no de la clase política, para que así no nos sintamos gobernados sino gobernantes. Hay que quitar poder a los políticos y dárselo realmente al pueblo. Que entre el pueblo y el pueblo no haya intermediarios en las cosas fundamentales, de la misma manera que yo cuando rezo a Dios no quiero que nadie me diga cómo tengo que rezar. (Los detalles los dejo para motra ocasión).

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