lunes, 5 de octubre de 2009

La verdad como dardo

Vivo rodeado de gentes que se creen en posesión de la verdad. Esto no sería malo del todo si no fuera porque esta creencia es tan absoluta a veces que les lleva a creer que la verdad es sólo suya y que los demás navegamos en la más absoluta oscuridad.
Ya he dicho en otra ocasión que un ser con la verdad en las manos puede llegar a ser muy peligroso. Tanto más peligroso cuanto más poder tenga en sus manos. Hitler convirtió su verdad en millones de muertos. Su fe en su verdad era absoluta. Los que le seguían no tenían más verdad que la del jefe. Los que no le seguían y estaban en su radio de acción, más vale que no tuvieran otra verdad. En ello les iba su vida.
Pero no me quiero referir a esto ahora. Estas líneas las quiero dedicar a los más proximos, a los que nos rodean, a los que también se sienten violentos cuando están en posesión de la verdad. Estos, al modo del David bíblico cogen la honda de la palabra y te lanzan a la frente la piedra de la verdad, sin más explicaciones. Después te dicen con absoluta autoridad: "Es que es la verdad". Y como es la verdad te la lanzan. Porque entienden que la verdad es para lanzarla a ese enemigo próximo sin el que algunos no pueden vivir. Te la lanzan como un dardo emponzoñado, para, como mínimo, adormecer tu conciencia. Porque cuando tu conciencia está dormida, entonces, tú ya les perteneces. Que de eso se trata.
Si a todos estos que utilizan la verdad de este modo arrojadizo se entretuvieran en leer a Descartes, a lo mejor les fructificaba la semilla de la duda. La duda de que ése que hay ahí enfrente también tiene su verdad, aunque sea más bajito que tú, más feo o simplemente más pobre. Si esto algún día llegara a ser así y la duda fuera sólo un paso por delante del dardo arrojado, entonces la relación entre las personas habría dado un paso de gigante, porque mi verdad, entonces, ya no sería un arma. Sólo sería mi verdad y punto. Y a partir de ahí podemos empezar a hablar.

1 comentario:

  1. Querido Juanjo:

    Alguien dijo por ahí, que lo evidente no siempre es la verdad, y cuanta razón llevan esas palabras. La verdad es un buen camino para cualquier principio. Pero, ¿ es lo mismo la verdad que la sinceridad? Te lanzo esta pregunta, porque yo no encuentro respuestas, es más, ni siquiera las busco ya. Durante años fui victima de una sinceridad fingida. ¿Quien vende verdades sin contar mentiras sobre ella.?

    Me gustan tus escritos. Utilizas bien el tiempo buscando en tu interior estas cosas que nos dejas en la mesa para reflexionar. Nos pasamos la vida buscando la situación perfecta, la economia perfecta, el amor perfecto, pero mientras mas buscamos menos tenemos, y solo conseguimos arañar la superficie de nuestra vida. Los animales no conocen la mentira, ellos son felices a la sombra de un árbol o bebiendo de un manantial antaño claro y ahora contaminado por la ambicion humana, los animales no conocen el desamor, el abandono, la hipocrecia. Yo quisiera ser leona y devorar la vida.

    Yo vivia en una ciudad encantada, con gente maravillosa, una ciudad con historia, olores y colores. Una ciudad llena de verdades. sin embargo, invadida por aquella belleza, fui feliz el tiempo que me duró el amor, el tiempo en el que descubrí, que la verdad era yo y lo demás solo palabras, solo una casa bonita con piscina, solo un ventanal que me mostraba la libertad de una montaña, la majestuosidad de un país hermoso, de mi ciudad prestada. La echo de menos. Te echo de menos Tetuan, echo de menos a mis amigos, pero tuve que salir de allí en busca de mi propio YO, de mi verdad, en resumen, de mi destino. Nos conocemos Juanjo... una amiga que une Teuan al caribe.

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