jueves, 26 de noviembre de 2009

Palabras

Sin las palabras no somos nadie. La palabra marca la diferencia. La diferencia con los irracionales, la diferencia con los demás racionales. Dime cómo hablas y te diré cómo eres. La palabra es la radiografía del alma, el análisis de sangre del espíritu, la ecografía del corazón. Amamos con la palabra, odiamos con la palabra y mentimos con la palabra. La palabra es la gran máscara del hombre, diría Fiedrich Nietzsche. Dentro de la palabra se pueden meter mil caras y ninguna ser tuya y todas ser tuyas, a la vez.
Nacemos con el gesto, pero el gesto esconde palabras que aún no se han materializado. La primera palabra "papa" "mama", todo un poema para enmarcar. El hombre aprende palabras por la necesidad de comunicarse que tiene. La palabra es el pensamiento hacia alguien, es el pensamiento hacia uno mismo. Hacia el otro yo. Al final todos somos el otro yo. Decía Antonio Machado que quien habla consigo mismo, espera hablar con Dios un día. Yo pienso que quien habla consigo mismo ya habla con Dios. En el bosque cualquier árbol es bosque. En el océano, cualquier gota es océano. En el desierto cualquier grano de arena es desierto. ¡Dios está tan cerca!
La palabra es esencial para nuestra existencia. Somos lo que somos por la palabra. El hombre es un proyecto proyectado hacia lo demás. No tiene sentido hablar a la nada. La palabra siempre va dirigida a los otros. El monólogo no existe, pues al otro lado está tu otro yo, tu más exigente interlocutor. Hablar confidencialmente con un amigo, susurrar en el juego amoroso, discutir para afianzar mi verdad, predicar a los creyentes y a los ateos, arengar a las masas, enseñar a las gentes, decir verdades como puños, mentir vilmente, traicionar a un amigo, consolar a un hermano. Palabras.
La palabra escrita, la palabra reflexiva o espontánea. La palabra con estilo, medida, rítmica. La palabra, como dardo, hiriente. La palabra dulce, cariñosa, amansadora. La palabra que te acierta, que te guía, que te lleva de la mano. Todo son palabras. Somos palabras.
Yo, nunca dejaré de hablar y quiero que mis palabras sencillas, honestas, cariñosas vuelen hacia los demás para crear puentes, sencillamente porque sin esos puentes, como personas, no somos nadie. Quiero ser predicador, aunque predique en el desierto. Quiero tener siempre un rato para charlar contigo, meterme dentro de ti con mi palabra, ser tuyo con mi palabra, auscultarte con mi palabra. Mi palabra nunca te faltará, porque yo soy un hombre de palabra.


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