jueves, 12 de noviembre de 2009

Dependencias

Siento ahora mismo que toda mi vida he sido dependiente. Pero me recuerdo igualmente luchando siempre por mi independencia. ¿Lo logré en alguna ocasión? ¿ Me sentí alguna vez realmente libre? Recuerdo que una vez en mi vida tuve la oportunidad de serlo. Por lo menos eso creo, pero la aborté para caer en manos de esa madre que espera a niños descarriados. El hombre es un niño grande siempre necesitado de amor y protección. Algunos lo disimulan con marranadas de niño mayor, pero sólo son estupideces de los que aún no han llegado a conocerse.
La dependencia sale de la necesidad, pero no tardará en convertirsse en lastre sicológico. Dejar de mamar, abandonar el chupete, decir adios al nido familiar para ir al colegio son crueldades muy tempranas que nos marcarán.
Otras clases de dependencias se irán forjando durante la juventud. La droga, llámese como se llame , es la madre de todas ellas. La droga es la negación de la realidad. Es la superación del yo por medio de la química y del no esfuerzo. Es la transmutación del ser por alucinógenos que nos llevan a viajes de no retorno. Santa Teresa conseguía idénticos resultados por medio de la oración y el laboro. ¡Qué tiempos!
Después de todo esto nos casamos o nos juntamos o nos relacionamos o lo que sea...el caso es que solo, solo, nadie vive. Entonces viene la gran dependencia. Si te casas ya se encarga la iglesia de asegurarse que el hombre no sea un ser errante (o sea libre) y va y le dice:" Desde aquí en adelante formaréis un solo ser" . De un plumazo te quedas sin ser, sin persona y sin libertad. Esta es la letra, pero después es real. Si no te casas y te juntas, ya se encarga tu pareja (después de la luna de miel, claro está) de ponerte los puntos sobre las íes, cosa equivalente a casarse por la iglesia. Desde luego los caminos del Señor son inescrutables.
Cuando ya me queda poco para entregar la cuchara (como dicen en mi pueblo) noto que me salen alas, y yo digo: "Esto es que ya podré volar" . Se nota uno con ansias, con ganas, con derechos ganados en el tajo durante años de esfuerzo, pero entonces vienen los hijos que ya volaron y aterrizan en tu tejado y tu ya no puedes volar. Y tú vas y te quedas sin ganas, sin fuerzas, con cara de resignación. Te quedas como buey unido a tu destino por el yugo de la vida que dice que aún no puedes se libre. Pero tú ya casi no puedes andar, y caminas despacio con la mirada lamiendo el camino, contando los pasos que quedan para llegar a esa línea que se aleja en la misma proporción en la que tú avanzas. Todo es pura utopia y entonces comprendes lúcidamente que el mañana nunca existió. Y cuando al final de todo esto pronuncias tu particular HÁGASE, solo te queda expirar.
Y es que pienso, a veces, que la libertad no es cosa de humanos.

1 comentario:

  1. Amigo Juanjo, me ha gustado mucho este escrito pues me veo reflejado en él.
    Ánimo y sigue escribiendo.
    Miguel

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