lunes, 4 de enero de 2010

Capacidad para decepcionar

Es curioso cómo a través de los años nos vamos haciendo más auténticos, en la medida que nos hacemos más pasotas y las miradas críticas nos resbalan como las gotas de agua en el cristal. Gran parte de mi estructura espiritual está conformada por los juicios de valor de los que me quieren o de los encargados de mi formación. Día tras otro te vas formando en la conciencia de ser como esos protectores de tu estructura psíquica quieren que seas. Cada uno de nosotros luchamos, sin saberlo la mayor parte de las veces, contra ese encorsetamiento a que te someten, sin tener en cuenta tu natural y propio devenir para recorrer ese camino que nadie está autorizado a señalarte.
En esa lucha que todos libramos a lo largo de nuestra vida nos dejamos parte del retrato que a los sesenta deberíamos tener. A tu cara le faltan auténticos rasgos tuyos, propiamente tuyos y un día, tal vez por casualidad, casi siempre por casualidad, un día nos rebelamos un poquito, sin apenas hacer ruido y notamos que nos sienta de maravilla.Nos descargamos. Nos aligeramos. Como que el alma se ensancha y te sientes cómodo dentro de ti. Pero no te engallezcas, no es fruto de tu lucha, simplemente es que ya interesas menos y te están dejando tranquilo. Éste es tu momento. Es el momento de conformarte. De ir haciéndote. ¿Que ya es tarde? Tarde ¿para qué? Ahora me siento como un niño que juega a las canicas en las empedradas calles de nuestra infancia, sucio y un tanto salvaje.
Siempre he tenido miedo de decepcionar. De decepcionar a mis padres, a mis amigos, a mi mujer, a mis maestros. No a mis hijos, no a mis alumnos. Con ellos fui más auténtico que con nadie. Con ellos yo era yo, o al menos era menos otro. Con ellos me mostré más desnudo. A ellos no les señalé el camino. Con ellos me mostré diverso, no impositivo y en la no acción cada cual encontró el mejor de los caminos, el suyo.
El otro día una amiga me hizo un comentario en el que me decía que siguiera en este camino y que no le decepcionase (Me gustó y me alagó mucho tu comentario). ¿Os dais cuenta? Los que nos quieren nos señalan el camino. Te encorsetan. Te cortan amablemente y con la mejor de las intenciones las alas. Les gusta lo que haces y quieren que te repitas una y otra vez como las series de TV. Esto lo hacemos todos, sin darnos cuenta, como he dicho más arriba y lo hacemos con afecto. Pero ya es tarde. Desde aquél día en que por casualidad me rebelé tímidamente contra los que me quieren y decidí ser más yo, mirando simplemente ese camino en el que salto, retozo y me ensimismo, en ese día decidí apoderarme de algo que nunca tuve, de apoderarme de una cierta capacidad para decepcionar.
Amigos míos, no me abandonéis si un día os decepciono. No sé si algún día lo haré. Lo que sí quiero es no perder esa capacidad para hacerlo. No quiero ser lago, prefiero ser río, distinto, cambiante, afanado en aprender a morir, manso y caudaloso. No me abandonéis, porque el río siempre fue río. Fue río rompiéndose contra los peñascos, lamiendo con meandros casi perfectos las pacíficas praderas o confundiéndose con el mar en un gozoso volver. No me abandonéis, aunque os decepcione, porque a ese hombre que resbala por el cauce de su vida, que se debate en batallas desiguales y que se bebe el mar inundándose, tal vez, de Dios, sólo se le puede pedir que sea humano, profundamente humano y en esa humanidad está esa capacidad para no gustar.
A estas alturas de la vida, en la que tanto nos gusta mirar para atrás, porque lo que queda de camino nos produce vértigo, hemos de apoyarnos, precisamente, en esa vida ya vivida sólo para coger impulso. Impulso para coger unas capacidades que conformarán ese nuevo hombre que, tal vez, aprenda a beberse el inmenso mar sin dejar de ser diminuto río.

2 comentarios:

  1. Este escrito lleno de bellas metáforas me produce una serie de reacciones que llegan a mi alma de un modo especial.
    Tan identificado me siento con ellas!
    Pero la que más ha calado en mi corazón ha sido la que transcribo:
    "NO QUIERO SER LAGO PREFIERO SER RÍO, DISTINTO,CAMBIANTE, AFANADO EN APRENDER A MORIR,MANSO Y CAUDALOSO".
    "NO ME ABANDONÉIS,PORQUE EL RÍO SIEMPRE FUE RÍO".

    Juanjo me encanta lo que haces.
    Sigue.

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  2. Miguel, si yo fuera un escritor importante, creo que no disfrutaría tanto como lo hago con vosotros, pues vuestros comentarios me llenan de satisfacción.Es una relación directa, como el teatro.Yo también prefiero ser río y tener la experiencia que acumula en todo su trayecto.Eso no lo tiene el lago.Un abrazo. Juanjo-

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